‘Lights of hope’ o cómo tres españoles crearon una escuela en la India

Francisco Valero, presidente de Lights of hope.
Francisco Valero, presidente de Lights of hope.
Francisco Valero, presidente de Lights of hope.

Ana Rodríguez. Hacer mucho con muy poco es más que una frase hecha, es una afirmación que cobra todo su sentido cuando las ganas y la imaginación suman esfuerzos y se lanzan a la conquista de un sueño. Eso es lo que han logrado Lara Rodríguez y los hermanos Francisco y Sofía Valero, hacer realidad un deseo y, con él, hacer brotar una sonrisa en el rostro de 180 niños de la India.

Escuela que promueve la asociación en India.
Escuela que promueve la asociación en India.

Estos tres españoles pusieron en marcha en 2009 Lights of hope, una asociación sin ánimo de lucro que desde un primer momento fijó su objetivo en el país asiático. Pero ¿por qué la India? “Cada uno teníamos una relación especial con este país por diferentes motivos, pero fue Lara quien, tras pasar un año allí, trabajando con una asociación en una casa-hogar, regresó a España con la idea de llevar a cabo algo distinto a lo que hacían las demás entidades”, explica Francisco Valero, presidente de Lights if hope.

La escuela se encuentra en una de las peores zonas de Calcuta.
La escuela se encuentra en una de las peores zonas de Calcuta.

Rodríguez contagió su ilusión a sus dos amigos y se lanzaron a poner en marcha este proyecto con la ventaja de que la joven conocía perfectamente el terreno y la sociedad hacia la que la asociación iba a dirigir sus acciones. “Yo no había estado antes en India”, afirma Francisco, “pero era un lugar que siempre me había llamado la atención y llevaba años colaborando con ONG que operan allí”.

Lara Rodríguez fue el alma mater del proyecto.
Lara Rodríguez fue el ‘alma mater’ del proyecto.

En un primer momento, estos hermanos de Málaga y Lara Rodríguez, natural de Vigo, centraron sus esfuerzos en sacar adelante un proyecto de alfabetización digital en la calle al que bautizaron como ‘Lápices digitales’. Para ello eligieron cuatro suburbios del centro de Calcuta y buscaron una asociación india con la que poder operar en la zona. A través de ésta consiguieron cuatro profesores, uno para cada área, y contactaban con las familias de los niños para que éstos acudieran a las clases, que se impartían en la vía pública. “Muchos de estos niños eran ‘niños sin nombre’, es decir, que no habían sido registrados al nacer” y por tanto no tienen derechos para el Estado.

Un total de 180 niños asisten a este colegio.
Un total de 180 niños asisten a este colegio.

Desde Lights of hope se les proporcionó ordenadores a los profesores, así como el temario a impartir y el material de trabajo que iban a necesitar (cuadernos, bolis, libretas, etc.). Como indica Francisco Valero, “nosotros fuimos en un primer momento para organizarlo, les dimos las herramientas y llevábamos un control de las clases, pero luego eran ellos los que lo hacían todo. Nosotros no podemos cambiar la sociedad, ellos son el motor del cambio y tienen que transformar su propio entorno”.

Así pues, lo que hace a esta asociación diferente de las demás es que sus promotores ‘dan la caña y enseñan a pescar’ para que luego sean los propios ciudadanos de la India los que propicien su propio desarrollo, proporcionándoles desde España los medios que requieran.

Fachada de School of Principitos.
Fachada de School of Principitos.

Pero este primer proyecto se truncó cuando el Gobierno indio decidió prohibir la educación en la calle, siendo un duro revés al que, finalmente, Lara, Sofía y Francisco supieron sacar partido. Por la zona en la que Lights of hope operaba había una escuela abandonada desde hacía un año, de la que el Estado había decidido desentenderse, “condenando a los niños al olvido, ya que el centro de formación más próximo estaba muy lejos”, apunta Valero.

Este edificio que el Gobierno había dejado de mantener se hallaba en Sainte Grâce, uno de los peores suburbios de Calcuta y estos tres españoles decidieron levantarlo de nuevo y que la actividad educativa volviera a sus aulas. Y lo han logrado… Ahora School of Principitos, nombre que le pusieron al colegio por el libro más conocido de Antoine de Saint-Exupéry, ofrece educación reglada india a 180 niños de entre tres y 10 u 11 años –comprende jardín de infancia y los cursos de 1º a 4º- gracias a la labor de seis profesores y de su directora, todos ellos naturales del país asiático.

Sofía Valero con uno de los pequeños principitos.
Sofía Valero con uno de los pequeños principitos.

“Lights of hope paga el sueldo de los profesores –contratados a través de la asociación india que colabora con la española-, los uniformes de los niños, sus libros, el material escolar y el mantenimiento del edificio”, detalla el director de la asociación. Además, desde la entidad están valorando la posibilidad de financiar los estudios superiores de, al menos, algunos de los pequeños que, tras finalizar su etapa en la escuela quieran seguir estudiando y aprueben el examen que exige para ello el Gobierno indio.

Para conocer la evolución de School of principitos, las necesidades que van surgiendo y otras gestiones, la asociación dispone de un enlace permanente en India, un coordinador de proyectos llamado Aihik Barua, que es sus ojos y sus manos en el país asiático.

Repartiendo zapatos.
Repartiendo zapatos.

Asimismo, los miembros fundadores de Lights o hope se turnan para visitar la escuela, acudiendo cada uno de ellos una vez cada tres años a India (uno por año). “Los viajes salen de nuestros bolsillos, no los paga la asociación, ya que todo lo que recaudamos se destina íntegramente al centro de formación”.

Y es que cada uno de los fundadores de esta asociación tiene su propio trabajo: Lara Rodríguez es trabajadora social en una entidad pública, Sofía Valero da cursos de formación y Francisco Valero trabaja en una empresa de informática y también se dedica al teatro. Su labor en Lights of hope es fruto del tiempo que le quitan a sus respectivas vidas personales para dedicarlo a esta iniciativa.

Los niños reciben también el uniforme para asistir a la escuela.
Los niños reciben también el uniforme para asistir a la escuela.

Pero ese sacrificio merece la pena porque, como reconoce Francisco Valero, “cuando llegas allí te da un vuelco el corazón. Tener una organización es una tarea diaria, una carga emocional importante, porque siempre te llegan noticias de lo que está pasando allí y hay que ser fuertes. Pero recompensa porque te sientes bien, estás ayudando, adquieres un compromiso desde el primer día y de por vida y por eso intentaremos seguir allí hasta que podamos o nos dejen”.

El voluntariado médico permitió hacer un chequeo a los niños.
El voluntariado médico permitió hacer un chequeo a los niños.

Sobre el sostén económico de la entidad, Francisco Valero explica que “nunca hemos tenido ayudas públicas. La escuela en India se mantiene gracias a los aportaciones del medio centenar de socios que tenemos, donando cada uno lo que puede cuando puede, aunque también tenemos donaciones periódicas, otras puntuales y un sistema de teaming, que consiste en destinar un euro al mes”.

El material escolar corre por cuenta de Lights of hope.
El material escolar corre por cuenta de Lights of hope.

También obtienen fondos de iniciativas que organizar, como la venta de un libro de cuentos que elaboraron hace dos años, o eventos benéficos que llevan a cabo terceras personas y cuya recaudación destinan amablemente a Lights of hope. Los activos económicos que obtienen pasan directamente al presupuesto de School of principitos, pues actualmente la escuela centra todos los esfuerzos y recursos de la asociación.

En la escuela reciben también el almuerzo.
En la escuela reciben también el almuerzo.

Por otro lado, Lights of hope dispone de un programa de voluntariado anual que se establece en función de dos variables: las necesidades detectadas y las propuestas que reciben. Así, por ejemplo, hace dos años llevaron a cabo un voluntariado médico que permitió hacer un chequeo a todos los alumnos en el que detectaron un alto porcentaje de malnutrición en los niños. “Desde entonces establecimos en el colegio un programa nutricional y llevamos un año dándoles el almuerzo a los pequeños, proporcionándoles una dieta variada. También les hemos estado dando un aporte vitamínico que nos donó una compañía farmacéutica”, explica Francisco Valero.

El resultado del taller de fotografía.
El resultado del taller de fotografía.

En esta línea, a raíz de una propuesta, dos fotógrafas de Bilbao se ofrecieron voluntarias para impartir un taller de fotografía a los niños. Consiguieron las cámaras y los pequeños hicieron sus primeras fotos, siendo el resultado de este proyecto un bonito calendario.

De cara al futuro, uno de los objetivos que la entidad española se ha propuesto es utilizar la escuela también como un centro social dentro del barrio donde se encuentra, a fin de que los padres se involucren en la educación de sus hijos y que participen también en las actividades que se organicen, como talleres, proyecciones de películas, etc.

Uno de los propósitos de la asociación es implicar a los padres en la educación de los niños.
Uno de los propósitos de la asociación es implicar a los padres en la educación de los niños.

En esencia, lo que han conseguido con su ilusión estos tres españoles es toda una hazaña, lograr sacar del analfabetismo a 180 niños –y esperamos que en el futuro sean muchos más- de uno de los barrios más pobre de India. Como no podía ser de otra forma, los pequeños principitos están muy contentos “nos quieren mucho, son un encanto y toda la comunidad se vuelca con nosotros”, indica el presidente de Lights of hope. Sin embargo, la entidad española lo que hace es “aportar nuestro grano de arena, pero no somos salvadores, sólo les damos las herramientas y ellos se buscan su futuro. Los verdaderos protagonistas son los pequeños y los profesores, que dan el callo todos los días, que están involucrados de manera brutal y hacen su trabajo en condiciones muy duras. Ellos son los héroes y nosotros aprendemos siempre mucho de ellos”.

Modestia aparte, estos tres españoles y todas las personas que los apoyan están realizando una labor encomiable, han construido un oasis en el desierto, demostrando con su ejemplo que querer es poder.

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