La danza ancestral en honor a San Sebastián volverá a bailarse el 20 de enero en Cangas

Danza ancestral en Cangas. / Foto: Ayuntamiento de Cangas.
Danza ancestral en Cangas. / Foto: Ayuntamiento de Cangas.

EBN. La localidad gallega de Cangas conserva una serie de danzas ancestrales, sin parangón conocido en Galicia, declaradas de Interés Turístico Gallego. Una de ellas es la Danza de San Sebastián, que tiene lugar cada 20 de enero en Aldán, coincidiendo con la festividad de este santo, en el atrio de la iglesia de San Cibrán de Aldán, aunque a veces se repite el mismo día en otro punto de esta parroquia.

Hasta el año 1995 ,el baile se celebraba por las tardes en el patio del Pazo de los Condes, pero actualmente se baila por la mañana, al final de la misa de las 12.00 horas, y por la tarde se vuelve a bailar, aunque sin conexión religiosa, en dos ocasiones: a las 17.00 horas en el recinto de la fiesta y a las 18.00 en la alameda. En el caso de lluvia se celebra siempre en el colegio de las monjas de Aldán.

Este baile tiene la consideración de danza ancestral ya que existe documentación que prueba que se bailaba ya en 1.678, fecha en la que se constituyó la cofradía del Santo y quedó constancia de que el mayordomo fue Joseph Francisco de Gayoso y Aldao, antepasado de los condes de Canalejas.

Los galans antes portaban una banda del color de la bandera española. Ahora es de color morado. / Foto: Ayuntamiento de Cangas.
Los galans antes portaban una banda del color de la bandera española. Ahora es de color morado. / Foto: Ayuntamiento de Cangas.

A pesar de que no se conoce ni el origen, ni el significado, se sabe que durante siglos la danza estuvo relacionada tanto con un carácter votivo (enfermedad) como con la nobleza local. Los danzantes son vecinos ofrecidos al santo sea por su cuenta o por la de sus familiares, en cumplimiento de una promesa, aunque esto fue cambiando, ya que empezaron a bailar simplemente porque les gustaba.

La organización de esta danza corre a cargo de la Asociación Cultural San Sebastián y de un mayordomo, que recauda por la parroquia el dinero necesario para cubrir gastos, entre los que se incluye la tradicional cena del 19 de enero.

La danza se compone de diez galáns, cinco damas y un guía. Hace 40 años era interpretada únicamente por hombres. El baile tiene especial brillantez por la mañana, cuando se baila ante el santo, durante la procesión que se celebra delante de la iglesia parroquial con una duración aproximada de 40 minutos. Comienza con las venias a San Sebastián y a la Cruz. Los danzantes se inclinan seis veces ante cada imagen: tres veces cuando se acercan y otras tres al volver a la posición inicial. La Virgen del Carmen acompaña al Santo, arropado por una gran rama de limonero, a la cruz. El guía dirige en todo momento los movimientos del grupo, que baila siguiendo al son de la gaita y el tamboril y acompañados del ritmo que hacen sonar las castañuelas de los galáns en el inicio de cada compás. Esta clásica danza finaliza con una muiñeira a modo de contradanza.

Las damas visten unos hermosos, aunque pesados, trajes. / Foto: Ayuntamiento de Cangas.
Las damas visten unos hermosos, aunque pesados, trajes. / Foto: Ayuntamiento de Cangas.

Los trajes. Una de las particularidades de esta danza ancestral es que los bailarines, muy especialmente las mujeres, lucen trajes de enorme vistosidad, absolutamente inusuales en el folklore gallego. Los galáns de Aldán visten un traje negro con camisa blanca, corbata gris, zapatos de sola, sombrero y una banda que cruza por el pecho de color púrpura, como el manto del Santo (la del guía es malva, para distinguirla de los demás). Llevan como complemento unas castañuelas que tocan durante el baile.

El traje de las mujeres consta de unas enaguas blancas con puntillas bastante anchas tirando por lo alto y un mandil negro con pedrería de acibeche. La camisa tiene el mismo color que las enaguas, con muchos bordados y regazo subido. Se complementa con un vistoso mantón de Manila que se pone sobre los hombros prendido con broches de fantasía dejando que se vea la pechera de la camisa, sobre la que caen numerosos collares de pedrería de varios tamaños. En la cabeza, sombrero de paja, adornado con una llamativa composición floral artificial de diversos colores de la que penden, por su parte trasera, numerosas y largas cintas de colores que llegan con sus perreras casi incluso el suelo. Pendientes y sortijas complementan este vistoso y pesado traje que hace que los movimientos de las damas sean reposados y lentos.

Dado que esta danza sólo se celebra una vez al año, el visitante que tenga el bueno acierto de acercarse a la villa en las fechas idóneas, quedará impresionado con este espectáculo único y exclusivo, que remite al público las raíces más profundas de la localidad gallega.

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