Europa Press. El Papa creará cardenal al arzobispo de Valladolid y presidente de la Conferencia Episcopal Española (CEE), Ricardo Blázquez Pérez, en el consistorio convocado para el próximo 14 y 15 de febrero, donde creará a otros 14 purpurados.
El Pontífice ha desvelado durante el rezo del Ángelus la identidad de los 15 nuevos cardenales provenientes de 14 países distintos, entre los que figura el sustituto del cardenal Antonio María Rouco Varela al frente de la Conferencia Episcopal Española. Según ha anunciado el propio Pontífice, el 12 y 13 de febrero tendrá lugar un consistorio con todos los cardenales para reflexionar sobre la reforma de la Curia Romana.
Por otro lado, Francisco unirá cinco arzobispos y obispos eméritos al Colegio Cardenalicio: arzobispo emérito de Manizales, José de Jesús Pimiento Rodríguez; arzobispo titular de Nova, Luigi De Magistris; arzobispo titular de Giubalziana, Karl-Joseph Rauber; arzobispo de Tucumán, monseñor Luis Héctor Villalba y obispo emérito de Xai-Xai, Júlio Duarte Langa.
El Papa Francisco creó el pasado 22 de febrero a 19 cardenales, entre ellos decidió premiar por su labor en la Iglesia al arzobispo emérito de Pamplona y Tudela, el aragonés Fernando Sebastián Aguilar, de 85 años, con lo que la representación de España en el colegio cardenalicio es de diez purpurados.
Los cardenales españoles electores y que ya participaron en el cónclave que eligió al argentino Jorge Bergoglio son Antonio María Rouco Varela (arzobispo emérito de Madrid), Antonio Cañizares Llovera (prefecto de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos), Luis Martínez Sistach (arzobispo de Barcelona), el aragonés Santos Abril y Castelló (vicecamarlengo de la Iglesia Romana) y Carlos Amigo Vallejo (arzobispo emérito de Sevilla).
Mientras que los eméritos, es decir los mayores de 80 años, son Julián Herranz (expresidente del Consejo Pontificio para los Textos Legislativos), Francisco Álvarez Martínez (arzobispo emérito de Toledo), Eduardo Martínez Somalo (excamarlengo de la Sacra Romana Iglesia) y José Manuel Estepa Llaurens (arzobispo emérito castrense).
España, contará ahora con 11 cardenales, seis de ellos electores al tener menos de 80 años, se mantiene como el tercer país del Colegio Cardenalicio por número de miembros, junto con Brasil y Alemania. Por delante de España, está Italia sigue teniendo el mayor número, con 51, seguida de Estados Unidos con 19.
En sintonía con Francisco. Ricardo Blázquez Pérez nació en Villanueva del Campillo, provincia y diócesis de Ávila, el 13 de abril de 1942. Realizó sus estudios en los seminarios Menor y Mayor de Ávila (1955-1967) y fue ordenado presbítero en febrero de 1967. Obtuvo el doctorado en Teología por la Universidad Pontificia Gregoriana de Roma (1967-1972) y también estudió en universidades alemanas.
Sus 21 años de ministerio sacerdotal se centraron en la actividad docente. Fue secretario del Instituto Teológico Abulense (1972-76), profesor (1974-1988) y decano (1978-81) de la Facultad de Teología de la Universidad Pontificia de Salamanca, así como vicerrector de la misma.
En abril de 1988 fue elegido obispo de la iglesia titular de Germa di Galazia y nombrado obispo auxiliar de Santiago de Compostela, recibiendo la ordenación episcopal en esa catedral el 29 de mayo siguiente de manos de Antonio María Rouco Varela. En mayo de 1992 fue designado obispo de Palencia y en septiembre de 1995 obispo de Bilbao.
En la Conferencia Episcopal Española, además de los cargos de presidente y vicepresidente, ha sido miembro de la Comisión para la Doctrina de la Fe (1988-1993) y de la Comisión Litúrgica (1990-1993) y presidente de la Comisión Episcopal para la Doctrina de la Fe (1993-2003) y de la Comisión Episcopal de Relaciones Interconfesionales (2002-2005), así como Gran Canciller de la Universidad Pontificia de Salamanca (2000-2004).
Según afirmó él mismo tras un encuentro con el Papa Francisco, está en «sintonía» con el Pontífice pues «el Santo Padre es el centro y el fundamento visible de la fe, el amor y la misión de la Iglesia universal» y los obispos deben consiguientemente, «sintonizar con él, escuchar su palabra, leer sus escritos magisteriales».