‘Mr Turner’, un ejemplo de narrativa al servicio de la imagen

Una escena de Mr Turner.
Una escena de Mr Turner.
Una escena de Mr Turner.

Carlos Fernández / @karlos686. La belleza estética de Mr Turner es una de las mejores perlas que nos deja el cine de este, casi acabado, 2014. La más que relamida fórmula del biopic espanta a los espectadores a kilómetros de las salas, pero Mike Leigh, guionista y director, ha sabido en qué centrarse y en qué no para que el público no huya de los carteles de esta película.

Desde los primeros segundos de la misma, una música onírica, lírica y psicodélica penetra en el oído sin saber muy bien el porqué. Esa es la clave de Mr Turner, la capacidad de sorpresa y desconcierto que produce en un guión, que si bien no siempre es el más entretenido, es absolutamente redondo. La capacidad de Leigh para captar al Turner tan malhumorado y desagradable -incluso su mala apariencia también puede influir- así como al Turner más romántico y sensible, hace de su historia un recorrido inteligente y que, visualmente, fascina en casi todos sus aspectos.

Es una película para ser estudiada en los ámbitos más profesionales del cine, es un ejemplo de narrativa puesta al servicio de una imagen, lo que da de resultado una película impredecible, testaruda y no demasiado cansina. Todo ello con una dirección de fotografía y una dirección artística que se compaginan para crear grandes escenas, como las de la exposición de verano de 1845.

Timothy Spall consigue una metamorfosis en el pintor inglés tan bien construida que intimida al espectador con muchos de sus gestos y miradas, tan bien marcadas por la dirección de Leigh aunque… ¿hasta qué punto fue el director y hasta qué punto fue el actor? No es fácil hallar la respuesta en Mr Turner… Estamos ante una de esas películas donde todo destaca, absolutamente todo, aunque yo me quedaría personalmente con la banda sonora de Gary Jershon, que espero ver en los Oscar, y la fotografía tan cálida que posee.

Quizá a la película se le pueda recriminar una duración demasiado larga y que puede llegar a cansar al espectador en algunos de sus fragmentos. Con sus más y sus menos, que los tiene, ésta es una de las mejores películas de este 2014 y una de las mejores en la carrera de Mike Leigh, que vuelve a sorprender tras las sobresalientes El secreto de Vera Drake, Another year o su mejor película, Secretos y mentiras. Espero únicamente que El hobbit no distraiga demasiado al público de esta asombrosa cinta.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *