Carlos Fernández / @karlos686. Siento más amor por Ridley Scott y su Exodus que por Christopher Nolan y su Interstellar, siendo ambas películas de grandes directores, efectos especiales y de actualidad en nuestras carteleras. Ridley Scoot, director de Gladiator, Blade runner y Alien, el octavo pasajero es uno de los mejores directores que el cine ha dado, sin embargo no ha utilizado todo su potencial en Exodus. Podría decirse que a los “grandes” se les atribuye un sello de calidad “garantizada” antes de visionar cualquiera de sus películas y Exodus tiene calidad, por muchas cosas, pero le es muy limitada.
Exodus, rodada gran parte en Almería por cierto, es una película de evasión entretenida y con una factura de primera clase una vez más. Ridley Scott ha demostrado ser un gran contador de historias en muchas de sus películas, sin embargo hay algo negativo en Exodus que creo que es importante destacar, pues está presente en toda la película y ese elemento es la prisa. Scott conduce a Moisés y a sus demás personajes con muchísima velocidad y prisa por cada una de sus escenas, es decir, se alarga para contar entrenamientos de guerra o diálogos amorosos tontos pero se da mucha prisa en escenas importantes como la zarza ardiente o las plagas. Todos conocemos la historia de Moisés, la hemos visto ya antes en, por ejemplo, Los diez mandamientos o El príncipe de Egipto. Eso produce una necesidad de sorpresa en el espectador, es decir, la base del cine hoy día: que ya que nos cuentan lo mismo, lo hagan de manera especial o distinta, con una mirada diferente.
Exodus tiene una mirada distinta, pero muy poca. Hay escenas donde la tensión reina en la sala y escenas que ya nos suenan de haberlas visto otras mil veces antes de haber comprado esta entrada. Por tanto, Exodus no es un nuevo Gladiator, aunque Christian Bale, bastante flojo por cierto, tenga complejo de Máximo.
La banda sonora, que corre a cargo del español Alberto Iglesias, es una interesante pieza épica que ambienta perfectamente el 1300 a.C. La fotografía y los efectos visuales y especiales son una maravilla, dignas de Ridley Scott. En conclusión, dignamente dirigida y entretenida pero floja en cuanto a lo que debería esperarse de ella o de su director. Lo que más emociona de la película es que su director se le dedicara a su hermano fallecido, Tony Scott.