Redacción. Los trabajos para limpiar la balsa de aceite de Arganda han arrancado este lunes, 1 de noviembre, con el fin de extraer, en una primera fase, 41.000 metros cúbicos de residuos, como ha informado desde el Parque regional del Sureste el consejero de Medio Ambiente y Ordenación del Territorio, Borja Sarasola.
El consejero ha detallado que así se da el pistoletazo de salida al mayor proceso de restauración de un espacio natural contaminado por hidrocarburos ejecutado hasta la fecha en toda Europa. La balsa fue generada por los vertidos ilegales realizados a finales de los años 80 por Aceites Ulibarri y Piqsa, una empresa dedicada a la regeneración de aceites industriales usados. Los vertidos se acumularon en una balsa equivalente a cinco cosos taurinos.
«Con la ejecución de este proyecto damos satisfacción al compromiso adquirido por este Gobierno, que lejos de mirar hacia otro lado, decidió en 2009 adquirir los terrenos para dar solución a un problema incompatible con una sociedad moderna, en la que la defensa y protección de los valores medioambientales ocupan un papel preponderante», ha defendido Sarasola.
En esta primera fase, los técnicos emplearán dos bombas sumergibles suspendidas en torres de 30 metros de altura y 50 de flecha, de forma que sea posible moverlas a lo largo y ancho de la balsa. Dado que la viscosidad del fluido aumenta cuando está frío, cada equipo de bombeo será completado con un sistema de calentamiento in situ que facilite la extracción del material contaminante.
En estos momentos, los trabajos se centran en la construcción de las plataformas que deben soportar ambas torres y en el replanteo de la localización de las diferentes instalaciones necesarias para la obra, como casetas, instalaciones auxiliares, zonas de carga y pesaje de vehículos, depósitos de combustible y de almacenaje.
Los residuos extraídos serán transportados por camiones cisterna hasta una planta de gestión de residuos peligrosos autorizada, donde se preparará un combustible para su recuperación energética en fábricas de cemento con autorización para el uso de este tipo de combustible.
La ejecución de estos trabajos corre a cargo de la empresa pública Tragsa en virtud de una encomienda de gestión aprobada en Consejo de Gobierno por valor de 9,6 millones de euros para la primera fase. El coste final llegará a los 14,5 millones de euros, con un plazo estimado de seis años para la realización completa de la obra.
El objetivo final pasa por la recuperación integral de esta parcela de 6,4 hectáreas y su reintegración al espacio natural y al uso público. Por ello, la segunda fase se centrará en la extracción ya por medios mecánicos de la fase no bombeable de la balsa principal y la pequeña laguna del sureste, cuyo volumen conjunto de residuos se estima en 20.455 metros cúbicos.
Los trabajos se completarán con la remediación de la contaminación de los suelos, la restauración ambiental de la parcela y su recuperación para el uso público. Entre otras opciones, la Comunidad de Madrid valora la posibilidad de construir allí un aula ambiental que evite el olvido y sirva de enseñanza para generaciones futuras.
La Consejería de Medio Ambiente y Ordenación del Territorio llevó a cabo los trabajos y estudios necesarios que condujeron a la realización de un análisis de viabilidad de hasta 23 alternativas diferentes de tratamiento de los materiales presentes en el emplazamiento.