Carlos Fernández / @karlos686. El sentimiento romántico pocas veces ha sido tan fiel a lo que es como en Amour fou, la última película de la austriaca Jessica Hausner (Lurdes). Esta película, que compitió en Cannes por la Palma de Oro este año y en el Festival de Cine Europeo de Sevilla en sección oficial, cuenta la historia de un romántico por naturaleza y como romántico que es, autodestructivo. A este personaje no solo le pesa tanto su vida que quiere acabar con ella de manera inminente, sino que quiere compartir el suicidio como acto de amor verdadero. La muerte y el amor unidos a un sentimiento de egocentrismo más que de disfrute, atracción por la tragedia más que por la dulce cara del amor, esta situación hace de Amour fou un oscuro retrato de lo que es el amor romántico por definición y su inteligente directora lo refleja sin miedo y con mucha seguridad en lo que escribe y dirige.
No hay paredes vacías. El papel de las paredes, el ropaje de los personajes nos muestra el estado mental tan confuso que tiene el personaje femenino de la película. La película tiene una dirección artística que funciona, en base a la historia, pero bastante humilde ya que se plantean planos generales con mucha composición de sus personajes pero sin mucha decoración. Por ejemplo, no vemos muchos candelabros en Amour fou y eso es poco más que habitual en la recreación del siglo XIX. En conclusión, una película que no es para todos los paladares, que resulta densa pero que funciona como comedia negra y melodrama al mismo tiempo, que posee una recreación política y social de la época tan fiel que el espectador no está acostumbrado a ver. No estamos viendo el siglo XIX para espectadores del siglo XXI, estamos viendo el siglo XIX, estamos viendo romanticismo puro y duro pese a quien pese.