25 abril 2024

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La inexplicable curación de una niña de Huelva, el primer milagro de la beata María de la Purísima

Ana María Rodríguez junto a sus padres el pasado 31 de octubre.

Ana María Rodríguez junto a sus padres el pasado 31 de octubre.

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Ana María Rodríguez junto a sus padres el pasado 31 de octubre.
Ana María Rodríguez junto a sus padres el pasado 31 de octubre.

A.R.E. Cada 31 de octubre, Ana María Rodríguez Casado y su familia se desplazan desde la localidad onubense de La Palma del Condado hasta Sevilla capital para oír misa en el convento de las Hermanitas de la Cruz por el alma de la beata María de la Purísima. Esta religiosa fue beatificada en 2010 por obrar un milagro en una pequeña palmerina, ésa que ahora, convertida en una adolescente de 14 años, acude a visitarla a la ciudad hispalense en el aniversario de su fallecimiento.

Ana María nació con una cardiopatía congénita, teniendo que colocarle en sus primeros meses de vida un marcapasos. En febrero de 2004, un cable del aparato electrónico se soltó y la niña entró en parada cardiorrespiratoria, dejando de latir su corazón entre ocho y diez minutos. Su madre, Paloma Casado, recuerda que gracias a un desfibrilador reanimaron a su hija, aunque su pulso era muy leve cuando llegó al hospital Virgen del Rocío de Sevilla.

La hermanita de la Cruz María de la Purísima. / Foto: www.hermandades-de-sevilla.org
La hermanita de la Cruz María de la Purísima. / Foto: www.hermandades-de-sevilla.org

La pequeña, que por entonces estaba a punto de cumplir cuatro años, estuvo tres días en coma y cuando volvió en sí “era un vegetal. No respondía a estímulos ni controlaba su cuerpo. Los médicos me decían que veía y escuchaba, pero no sabía ni lo que veía ni lo que oía. Además lloraba, con un llanto extraño, y yo no podía consolarla”, explica Paloma Casado. Los neurólogos que la reconocieron no dieron a la familia ninguna esperanza de que Ana María pudiera recuperarse, asegurándoles que se quedaría como estaba.

A los 13 días, la niña regresó a casa, donde permanecía en cama ante la imposibilidad médica de hacer nada más por ella. Su madre, devota de sor Ángela de la Cruz, pidió a las hermanitas que fueran a su domicilio a rezar por su hija. Cuando llegaron le enseñaron la estampa de una monja, la hermana Madre María de la Purísima: “yo no la conocía –explica Paloma Casado-, pero me dijeron que en vida hacía milagros, que logró que una muchacha muda hablara al día siguiente de meter en el almohadón de la cama una estampita de la religiosa, así que cogí la imagen y lo único que le pedí fue que mi niña me viera, me conociera, para poder consolarla”.

La familia de la joven acude cada año al convento de las Hermanitas de la Cruz de Sevilla en el aniversario de la muerte de María de la Purísima.
La familia de la joven acude cada año al convento de las Hermanitas de la Cruz de Sevilla en el aniversario de la muerte de María de la Purísima.

Casado depositó la estampita junto a su hija y, después de que las hermanitas se marcharan, la niña habló, la llamó mamá y empezó a reconocer a todas las personas de su entorno familiar. Ana María le pidió a su madre que la pusiera a andar y entre ella y su cuñada levantaron a la pequeña, que incluso se daba cuenta de los obstáculos que se encontraba en el camino.

Pero la cosa no acabó aquí. Aunque la onubense había reaccionado milagrosamente, no hablaba con fluidez, no mantenía una conversación, ni había recuperado al completo la movilidad. Su abuela materna decidió rezar una novena a María de la Purísima para pedirle que su nieta volviera a ser la misma de antes. Lo que no esperaba es que el mismo día en el que inició sus plegarias, Ana María empezara a andar y a hablar como si nunca le hubiera pasado nada, admitiéndole además a su abuelo que la monjita de la estampa era “la que me ha puesto buena”.

Ana María hizo la comunión el mismo día que María de la Purísima fue beatificada. / Foto: www.hermandades-de-sevilla.org
Ana María hizo la comunión el mismo día que María de la Purísima fue beatificada. / Foto: www.hermandades-de-sevilla.org

La recuperación de la niña fue tal, que ni siquiera necesitó rehabilitación y los médicos se quedaban sorprendidos con los resultados de las pruebas que le practicaban. Tras poner en conocimiento de las Hermanitas de la Cruz los acontecimientos, “vinieron especialistas de muchos sitios para reconocer a Ana y no encontraron explicación lógica a lo que había pasado”, explica Paloma Casado.

Por este milagro, María de la Purísima fue beatificada el 18 de septiembre de 2010 -12 años después de su muerte- en una ceremonia celebrada en el Estadio Olímpico de Sevilla y presidida por el prefecto de la Congregación para las Causa de los Santos y representante del Papa, Ángelo Amato. Allí, ante la imagen de la Esperanza Macarena, también estuvo Ana María Rodríguez, quien además recibió aquel día su primera comunión.

A día de hoy, aquella niña se ha convertido en una adolescente normal, sin ningún tipo de secuelas, con los mismos intereses e inquietudes propias de su edad. La onubense cursa tercero de ESO y “nunca ha necesitado apoyo para estudiar, ni siquiera un logopeda”, afirma su madre. De hecho Ana María es una excelente estudiante que saca muy buenas notas y a la que le gusta adquirir nuevos conocimientos.

La familia Rodríguez Casado frente a la estatua dedicada a Santa Ángela de la Cruz, en Sevilla.
La familia Rodríguez Casado frente a la estatua dedicada a Santa Ángela de la Cruz, en Sevilla.

Tímida y reservada, la onubense es ahora más consciente de todo lo que le ha ocurrido, aunque reconoce que no tiene muchos recuerdos de aquellos días en los que venció, sin saber cómo, un gran mal. Lo que sí tiene claro es que María de la Purísima es “mi mejor amiga, mi ángel de la guarda, y puedo pedirle cualquier ayuda, en buenos y malos momentos, y me la concede. Es mi gran apoyo”.

Segundo milagro y canonización. Actualmente, el proceso por el que María de la Purísima fue declarada beata sigue abierto, pues dicha proclamación es sólo un paso en el camino hacia la canonización de la religiosa. Para que la beata sea santa es necesario que se produzca un segundo milagro y, en el caso de esta hermanita de la Cruz, parece que ya lo ha habido.

La religiosa muy joven. / Foto: www.madremariadelapurisima.es
La religiosa muy joven. / Foto: www.madremariadelapurisima.es

Según confirma el delegado de medios de comunicación de la Archidiócesis de Sevilla, Adrián Ríos, ya se ha enviado a Roma y depositado en la Congregación para la Causa de los Santos el expediente relativo a un segundo milagro, o sanación inexplicable desde el punto de vista científico, atribuido a una intercesión de la beata. El hecho en cuestión no podrá hacerse público hasta que no lo certifique el Vaticano, para lo cual no existe ni fecha ni periodo de tiempo establecido.

El procedimiento a seguir a partir de ahora se iniciará con un estudio del caso por parte de los médicos de la Congregación para la Causa de los Santos y, posteriormente, de sus teólogos, que analizarán el nexo entre el supuesto milagro y la intercesión atribuida al Siervo de Dios, en este caso, a la beata María de la Purísima. Las consideraciones de médicos y teólogos serán expuestas a la Congregación, que decidirá finalmente si se trata o no de un milagro. En caso positivo, se confeccionaría un Decreto para ser sometido a la aprobación del Papa y, posteriormente, se determinaría la fecha de canonización.

Ahora sólo queda esperar la decisión de Roma, pues el proceso diocesano ha culminado y permanecerá en el más estricto secreto hasta que el Vaticano se pronuncie.

María Isabel antes de tomar los hábitos. / Foto: www.madremariadelapurisima.es
María Isabel antes de tomar los hábitos. / Foto: www.madremariadelapurisima.es

Vida de María de la Purísima. Después de todo lo expuesto cabe preguntarse ¿quién era la hermanita de la Cruz conocida como María de la Purísima? Su verdadero nombre era María Isabel Salvat Romero, la tercera de los ocho hijos de un matrimonio de clase alta formado por Ricardo Salvat Albert y Margarita Romero Ferrer. Nació en Madrid, curiosamente en la misma mansión en la que murió el poeta sevillano Gustavo Adolfo Bécquer en 1870.

Completó sus estudios primarios y el bachillerato y su adolescencia transcurrió en un ambiente cultural y religioso muy significativo. Era una joven elegante, de alto nivel social, guapa, simpática y muy ocurrente.

Con 18 años ingresó como postulante en el Instituto de Hermanas de la Compañía de la Cruz en Sevilla y el 9 de junio de 1945 tomó el hábito bajo el nombre de Sor María de la Purísima de la Cruz. Dos años más tarde hizo su profesión temporal y en 1952, los votos perpetuos.

Fue directora de colegio en Lopera (Jaén), Valladolid, Estepa y Villanueva del Río y Minas (Sevilla) y más tarde maestra de novicias, de provincial y tercera consejera general hasta convertirse en 1977 en madre general en Sevilla, cargo que ostentó durante 22 años. Como tal asistió a la beatificación de Santa Ángela de la Cruz y fundó casas en Puertollano (Ciudad Real), Huelva, Reggio, Calabria (Italia), Cádiz, Lugo, Linares (Jaén) y Alcázar de San Juan (Ciudad Real).

La beatificación se llevó a cabo en el Estadio Olímpico de Sevilla. / Foto: www.madremariadelapurisima.es
La beatificación se llevó a cabo en el Estadio Olímpico de Sevilla. / Foto: www.madremariadelapurisima.es

El 31 de octubre de 1998 falleció y sus restos descansan en la cripta del primitivo convento de la Orden, situado en la calle Santa Ángela de la Cruz de Sevilla.

Quienes la conocieron aseguran que era sencilla, humilde, austera, una persona entregada a niños, pobres y enfermos, además de un ejemplo de los valores y el carisma de la Madre Fundadora de su Comunidad.

Ya en vida se le atribuyeron varios milagros, pero fue la curación inexplicable de Ana María Rodríguez Casado el motivo principal por el cual el Papa Benedicto XVI la declaró Venerable en enero de 2009 y beata en septiembre de 2010. Ya sólo queda la certificación del segundo milagro para que tengamos que hablar de Santa María de la Purísima.

 

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