Pueblos y edificios ‘fantasmas’ de la geografía española

En Belchite se observan las casas destruidas por la Guerra.
Belchite se encuentra en la provincia de Zaragoza.
Belchite se encuentra en la provincia de Zaragoza.

EBN. La noche del 31 de octubre, víspera del Día de Todos los Santos, una especie de curiosidad por el ‘más allá’ se apodera del ánimo de las personas. Reflexionar sobre la vida, la muerte, la inmortalidad del alma o el primer principio de la Termodinámica suele ser bastante común en esta llamada noche mágica, en la que la leyenda asegura que la puerta que separa el mundo de vivos y muertos se abre durante unas cuantas horas.

Sin embargo, hay lugares en España en los que no es necesario esperar a que llegue Halloween para tener experiencias difíciles de explicar. En nuestro país existen espacios ‘encantados’. Los hay en todas las localidades y normalmente se corresponden con cementerios, antiguos hospitales, edificios abandonados… es extraño preguntar en un municipio y que no haya ninguna leyenda sobre fantasmas o espíritus.

En Belchite se observan las casas destruidas por la Guerra.
En Belchite se observan las casas destruidas por la Guerra.

Uno de los enclaves más famosos en este sentido es el pueblo de Belchite, en la provincia de Zaragoza, actualmente completamente deshabitado. El origen de la triste y fantasmagórica historia de esta localidad se remonta a 1936, cuando se convirtió en un auténtico campo de batalla durante la Guerra Civil donde perecieron miles de personas.

En sus calles y edificios aún puede observarse la huella de las armas y las bombas, pero lo peor es que la esencia del conflicto bélico permanece allí. Muchos investigadores han acudido a Belchite para grabar psicofonías y los resultados han sido realmente aterradores: llantos, gritos, voces pidiendo ayuda, incluso el sonido de los aviones y las bombas han sido recogidos de manera inexplicable en las cintas. Hasta en una ocasión, en el ruido de fondo de un reportaje hecho por una televisión en el lugar, podían apreciarse sonidos extraños.

Otra de las anécdotas más conocidas la protagonizó un grupo de parapsicólogos que mientras trataban de recoger psicofonías en la iglesia del pueblo, escucharon claramente una voz que, inicialmente pedía ayuda y, más tarde, los amenazaba para que se marcharan. Al parecer, al salir corriendo, fruto del miedo, un trozo del techo se desplomó justo donde ellos se encontraban segundos antes captando los sonidos.

De La Cornudilla sólo queda la Torre de la Iglesia. / Foto: www.todofantasmas.com
De La Cornudilla sólo queda la Torre de la Iglesia. / Foto: www.todofantasmas.com

En Valencia también existe otro pueblo fantasma como el de Belchite. Su nombre es La Cornudilla y, al igual que con el anterior, actualmente nadie vive en él y está prácticamente derruido. Los vecinos abandonaron la localidad a mediados del siglo XX porque en ella ocurrían sucesos extraños: escuchaban voces y veían sombras a las que no encontraban explicación. Con el tiempo, estos extraños hechos remitieron salvo en una casa, a la que bautizaron como Casa del Ruido, donde aún pueden escucharse al anochecer cadenas que se arrastran, voces, e incluso se ha sabido de objetos que se mueven y se estrellan solos contra la pared.

Un poco más al sur, en tierras andaluzas, hallamos dos conocidos casos más protagonizados por fantasmas. En Granada, el edificio que antiguamente era la sede de la Diputación Provincial, en la calle Mesones, captó la atención durante bastante tiempo de grandes figuras del mundo de lo paranormal. Y es que, en sus pasillos y estancias se han registrado psicofonías e incluso documentos audiovisuales de un fantasma que, muchos piensan, podría ser el padre Benito, último cura de la iglesia de la Magdalena, sobre la que se asienta el actual edificio (bajo sus cimientos también se esconde un antiguo convento que poseía un pequeño cementerio). Además de la figura de este espectro, en la construcción aseguran que se escuchan ruidos y hasta se ven objetos que se mueven solos.

El municipio de Ayamonte, donde aseguran hay un jinete fantasma.
El municipio de Ayamonte, donde aseguran hay un jinete fantasma.

Y en el extremo más occidental de Andalucía nace la leyenda de un ‘jinete fantasma’ en el municipio onubense de Ayamonte, un hombre con armadura que se deja ver por las noches en la parte alta de la localidad, donde antes se elevaba un hermoso castillo del que ya sólo quedan escasos restos. La explicación a tal visión se encuentra en la historia del VI duque de Ayamonte, Francisco Manuel Silvestres de Guzmán y Zúñiga, quien fue decapitado por sus manejos políticos.

Desde entonces, los vecinos aseguran que en el Palacio del Marqués de Ayamonte se escuchan pisadas y que un fantasma deambula por sus pasillos, además de pasear de noche a caballo por la antigua fortaleza de la localidad, generando los ruidos propios del manejo del animal e incluso dejando huellas sobre el terreno.

El municipio de Ochate.
El municipio de Ochate.

Finalmente, la última parada de este breve recorrido por algunos de los lugares donde los espíritus campan a sus anchas todos los meses del año es Ochate, un pueblo muy cercano a Álava, en el Condado de Treviño.

Su historia recuerda en cierta medida a las plagas bíblicas que cayeron sobre Egipto. Los habitantes de este lugar –y solo los de este lugar, ya que las poblaciones vecinas no se vieron afectadas- sufrieron entre 1860 y 1870 tres graves epidemias (viruela, tifus y cólera) que acabaron con sus pobladores y repobladores, no alcanzando el espacio en el cementerio para dar sepultura a todos los cadáveres.

Además de estas enfermedades, en este lugar también se han producido misteriosas desapariciones, como la del cura del pueblo, avistamientos de luces e incluso hay quien habla de extraterrestres y otros fenómenos paranormales.

En la actual, en aquel terreno la torre de San Miguel es de lo poco que queda en pie, y siguen acudiendo a él personas que se atreven a grabar los extraños sonidos que susurran almas de tiempos pasados.

En este 31 de octubre, pueden hacer el ejercicio de recordar y contar a los más jóvenes en cada una de sus ciudades aquellas historias, actuales o de antaño, de espíritus errantes vinculados a edificios o hechos de otras épocas, pues esos relatos son también parte de nuestra identidad, de nuestra idiosincrasia, y quizás una manera de aprender a vivir con los fantasmas de nuestro pasado.

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