Ana Rodríguez. ‘Trabajar por un mundo mejor’ es para mucha gente algo más que una frase hecha, que un eslogan de esos que quedan muy bien en un folleto publicitario o un anuncio de televisión. Pepa Carrillo sabe lo que es perseguir este objetivo, una meta que tanto ella como la entidad que preside, la Fundación Valores, se han marcado como su vital hoja de ruta.
La responsabilidad social, el respeto al medio ambiente, la sostenibilidad y las personas son las bases de esta organización que nació en 2004, después de que sus promotores tuvieran conciencia de dos factores: el primero, que quienes poseían capacidad económica tenían la responsabilidad de ayudar a la sociedad y, en segundo lugar, que había que devolver a la vida parte de lo que ésta te ha dado.
En este punto se encontraban Pepa Torres y su esposo, el ya desaparecido José Luis del Río, en los años 90. Cómo llegaron a él y cómo ello desembocó en el nacimiento de una Fundación que promueve la educación en valores y que tiene por ‘biblia’ la Carta de la Tierra, lo explica a continuación la propia presidenta de la institución:
– ¿Cuándo nació en ustedes esa necesidad de ser socialmente responsables?
– Hace unos años un grupo de jóvenes estudiantes de Ingeniería de Montes viajó a Guinea Ecuatorial para colaborar en un proyecto de desarrollo. Cuando vieron lo que allí había, se quedaron tan impactados que constituyeron una asociación, Jóvenes Solidarios con África, para trabajar en vacaciones en Guinea en temas relacionados con sus conocimientos medioambientales. Mi hija era una de aquellas estudiantes. Antes de nacer la Asociación, mi marido y yo llevábamos tiempo pensando que queríamos hacer un aporte económico donde no estuvieran garantizadas otras ayudas; proyectos pequeños que cambiaran el mundo. Nuestra hija nos propuso que donáramos el 0,7% de nuestra empresa familiar para favorecer las actuaciones que estaban llevando a cabo: construir un lugar para escolarizar a los niños y potabilizar pozos. Así empezó nuestra responsabilidad social como pequeños empresarios.
– ¿Qué suponía para ustedes ese 0,7%?
– Un 0,7% es mucho si es un compromiso fijo. Después de una experiencia familiar y laboral difícil, decidimos hacer esto. Ahora ya es una forma de vida, el ser corresponsables es una necesidad.
– ¿Durante cuánto tiempo adoptaron esta fórmula?
– Durante cinco años. Cuando los estudiantes acabaron la carrera, la Asociación se diluyó porque cada uno empezó a buscar trabajo, mi hija por ejemplo se fue a Alemania, pero en nosotros había nacido ya esa corresponsabilidad, esa certeza de que aquel que genera recursos económicos tiene que echar una mano a la sociedad y también el convencimiento de que teníamos que hacer algo por agradecimiento a la vida.
– Y nació la Fundación Valores…
– Sí, la Fundación Valores es un proyecto social que parte de la responsabilidad que tenemos quienes poseemos un punto de economía, pequeño o mediano. Es una dedicación completamente altruista que tuvo también como promotores a María del Pinar Merino y Luis Arriba. Inicialmente la Fundación se financiaba sólo con el 0,7% de nuestra empresa familiar, pero luego fue creciendo y ahora tenemos 16 familias en total más las cuotas que los compañeros desean dar. Somos una veintena de personas que trabajamos de forma descentralizada y sin jerarquías, además de otras tantas colaborando en distintos puntos de España. En resumidas cuentas, somos un puñado de soñadores que dedica su tiempo libre a trabajar por un mundo mejor, y eso es algo que siempre compensa.
– ¿Y por qué en valores?
– Tras la experiencia en Guinea, decidimos trabajar en valores porque sabíamos que era tan importante la motivación interna como la externa. Si durante cinco años la emoción había conseguido mover a un grupo de jóvenes a pasar sus vacaciones en Guinea, había que apelar a ésta para lograr nuestro objetivo, conseguir que la gente vibrara y sintiera que lo que hacía era útil. En conclusión, si no te emocionas, no te mueves, por eso nos propusimos educar en valores, para que el ser humano fuera consciente de sí mismo, de su relación con el otro y con la naturaleza.
– La Fundación está afiliada a la Carta de la Tierra∗, ¿cómo se forjó ese vínculo?
– Cuando nació la Fundación cayó en nuestras manos la Carta de la Tierra, una declaración de derechos humanos vinculada a los derechos del planeta. Un documento serio, porque procedía de las Naciones Unidas, del Consejo de la Tierra, que aborda asuntos relacionados con el cambio climático, los recursos, etc. La Carta nos pareció perfecta y la adoptamos porque nos abría un campo de trabajo en la Fundación. Se trata de primer documento de carácter internacional que nace del pueblo; es una red civil global sin estructura jerárquica que pretende dar poder al ciudadano para que trabaje por un mundo justo, sostenible y pacífico. Es un instrumento que cualquier entidad puede utilizar.
– Tengo entendido que se pusieron en contacto directo con el Consejo que elaboró la Carta, ¿no es así?
– Nos fuimos a San José de Costa Rica, a la sede del Consejo de la Tierra, para averiguar de primera mano qué había detrás de la Carta. Conocimos a gente estupenda y les dijimos que queríamos trabajar con su proyecto. Ellos nos dieron materiales y vinieron a España a presentar aquí la Carta. También necesitábamos ideólogos y Federico Mayor Oreja fue la persona ideal, pues había sido director general de la Unesco y participado activamente en la redacción del documento. Hablamos directamente con él y desde entonces siempre nos ha apoyado.
– ¿Y cómo trabajan con la Carta de la Tierra?
– Trabajamos la Carta de la Tierra desde una doble vertiente: por un lado, organizamos un congreso anual que lleva por título ‘Proyectos y Utopías para un Mundo Mejor’, del que este 2015 celebraremos su novena edición. En este evento los ponentes dan a conocer modelos prácticos para que la gente vea que mejorar el mundo es posible.
En una segunda vertiente trabajamos en la formación de formadores, sobre todo profesores, pero también de niños, con diferentes talleres basados en la educación en valores y la Carta de la Tierra. María del Pinar Merino es la principal encargada de esta labor.
– Un ejemplo de lo que enseñan en esos talleres…
– Las Naciones Unidas hablan de un futuro viable que representan con una pirámide cuyos tres lados son la economía, la sociedad y el medio ambiente. Para que el equilibrio sea viable, las tres tienen que ir de la mano, siendo la base de todo la educación. En la actualidad los recursos se consumen a más velocidad de la que se generan, estando la mayoría de éstos en manos del 20% de la población. Es un dato que los niños deberían saber. En época de confort y tecnología, los niños desconocen la cadena de producción y la dependencia de la tierra, de lo primario. Piensan que los alimentos salen del supermercado.
– ¿La Fundación es fiel al eslogan ‘Piensa globalmente y actúa localmente’?
– Sí, creemos que todos podemos y debemos participar y actuar en nuestro entorno más inmediato. Cuando nacimos, pensamos en dedicar nuestros recursos a algo palpable y en España, pues casi todas las ayudas van fuera. Queríamos que nuestra impronta se quedara en lo inmediato, lo cotidiano, lo cercano, en la gente diferente que vive en nuestra misma ciudad. Tenemos colaboradores repartidos por toda España que está haciendo cosas: en Huelva, Soria, Murcia… vamos a lo local, a trabajar para el cambio desde nuestro entorno más cercano, a enseñar que en los barrios hay gente moviéndose.
– ¿Cómo se coordinan estando en puntos tan dispersos?
– Trabajamos como propone la Carta de la Tierra, de forma descentralizada, organizando quienes están en cada zona geográfica sus propias iniciativas. Seguimos trabajando, cualquier vínculo de colaboración es bienvenido. Todas las personas que se han ido implicando favorecen que crezcamos y lleguemos a más sitios. La Fundación Valores es un paraguas que da acogida a personas e iniciativas que tengan algo que ofrecer. La gente se activa, se emociona, vibra cuando creas un espacio personal donde les haces partícipes, donde se pueden relacionar entre ellas. Cada una de las personas que trabaja con nosotros genera estas iniciativas, estos espacios de encuentro en el sitio donde vive y consiguen poner a la gente en marcha, mostrarles nuevos modelos.
– ¿Qué forma adquieren esas iniciativas, esos espacios?
– Estamos tratando de hacer al menos una actividad al mes en cada provincia donde tenemos presencia, organizando conferencias o charlas a las que llevar cada vez una iniciativa nueva, un proyecto que encamina sus pasos hacia un mundo mejor. En Huelva, por ejemplo, el próximo 18 de octubre tenemos una nueva edición de nuestros ‘Impulsos para un mundo mejor’, un evento en el que se expondrán testimonios de acción en la provincia onubense con diferentes agentes comprometidos con los principios de la Carta de la Tierra. Entre ellos, contaremos con el del director de Huelva Buenas Noticias, Ramón Fernández Beviá, un proyecto pionero, valiente y con mucho que ofrecer, del que nos hemos enamorado y que es una prueba de que los cambios vienen de pequeños impulsos.
Muchas gracias Pepa
∗Carta de la Tierra. En 1987 la Comisión Mundial de Medio Ambiente y Desarrollo de Naciones Unidas elaboró un informe conocido como Informe Brundtland en el que hacía un llamamiento para crear una carta que contuviera los principios fundamentales para una vida sostenible, ya que los científicos se estaban dando cuenta de que el consumo de recursos crecía a un ritmo superior al del tiempo que tardaban éstos en regenerarse.
En el marco de la Cumbre de la Tierra de Río de Janeiro de 1992 se sentaron las bases de la actual Carta de la Tierra y en 1997 se crea la Comisión de la Carta de la Tierra, en la que España estaba representada por Federico Mayor Zaragoza.
La versión final de la Carta fue aprobada por la citada Comisión en una reunión celebrada en la sede de la Unesco en París en marzo de 2000. El lanzamiento oficial del documento tuvo lugar en el Palacio de la Paz en La Haya el 29 de junio de 2000, en un acto que estuvo presidido por la reina Beatriz de Holanda.
1 comentario en «Pepa Carrillo: «Somos un puñado de soñadores que dedica su tiempo a trabajar por un mundo mejor»»
Tengo el placer de conocer a Pepa y a varios integrantes de la Fundación Valores e incluso haber colaborado mínimamente con ellos y he de decir que el trabajo que están realizando es una labor grandìsima y necesaria en el momento que estamos viviendo. Una entrevista estupenda. Que esto llegue a mucha gente y se contagien de la ilusión que esta fundación tiene en conseguir un mundo mejor.