Nombres españoles que han llegado a la luna… sin pisarla

Cráter Columbus.
La luna es el único satélite de la tierra.
La luna es el único satélite de la tierra.

A.R.E. Si te llamas Rosa, Carlos, José, Manuel, Isabel o Linda quizás te gustará saber que además de una flor o un personaje histórico, un pequeño cráter de la luna también lleva tu nombre. La nomenclatura de los accidentes del único satélite de la Tierra no es muy conocida, pero sí tremendamente curiosa, pues da cuenta, entre otros, de personajes ilustres de los cinco continentes, como puede verse si se consulta la web de la Unión Internacional Astronómica. Hagamos un repaso por algunos de los nombres de españoles que ‘habitan’ la luna.

Para empezar, al noreste del Mar de las Crisis y al sureste del cráter Hahn se encuentra el cráter ‘Séneca’, de unos 40 kilómetros de diámetro, y denominado así en honor al gran filósofo Lucio Anneo, político y escritor nacido en Córdoba, máximo representante del estoicismo.

Cráter Séneca.
Cráter Séneca.

También vivió en la época del imperio romano, el astrónomo Caius Julius Hyginus, un liberto del emperador Augusto (se cree que nacido en Valencia), bibliotecario de la Biblioteca Palatina y autor de un importante trabajo de recopilación de las estrellas de las constelaciones. Por esa gran labor, Hyginus mereció en 1935 que un astroblema lunar y una fisura de más de 200 kilómetros de longitud llevaran su nombre.

El rey Alfonso X El Sabio no podía faltar en este listado lunar. ‘Alphonsus’, como se denomina el cráter de 108 kilómetros de diámetro que recuerda al gran monarca español del siglo XIII, representa la huella dejada por Alfonso X en la historia de España. Sólo hay que recordar el florecimiento cultural y científico que vivió el país bajo su reinado, además del legado de la Escuela de Traductores de Toledo, que él mismo impulsó. Sin embargo, el motivo fundamental por el que merece estar en la luna son sus Libros del saber de Astronomía donde recopiló conocimientos de textos científicos árabes y judíos que se tradujeron al latín y luego al castellano.

Cráter Columbus.
Cráter Colombo.

El autor de una de las primeras enciclopedias, San Isidoro de Sevilla, también tiene su accidente geográfico en el cuerpo celeste, ‘Isidorus’, un cráter de 41 kilómetros de diámetro. Este hombre, que vivió a caballo entre los siglos VI-VII, además de teólogo y arzobispo de la capital hispalense, fue el autor de dos obras esenciales: una, Etimologías, es una serie de libros en los que se reunían todos los conocimientos, tanto seculares como religiosos, de la época; y Tres libros de sentencias, que se considera el primer manual de doctrina y ética cristianas de la Iglesia latina.

Otro de los cráteres de la luna lleva el apellido de uno de los hombres más trascendentales de la historia, Cristóbal Colón. ‘Colombo’ es el nombre de este enorme agujero de casi 80 kilómetros de diámetro que rinde homenaje al almirante que descubrió el continente americano en 1492 con el apoyo de los Reyes Católicos.

Cráter 'Cajal'.
Cráter ‘Cajal’.

Y de un marinero a otro, en el astro celeste se puede contemplar el cráter ‘Balboa’ en recuerdo del explorador Vasco Núñez de Balboa, el extremeño que descubrió el océano Pacífico al dirigir la expedición que cruzó por primera vez el istmo de Panamá.

El médico Santiago Ramón y Cajal se ganó su pedacito de luna, además del Premio Nobel de Fisiología y Medicina (1906), cuando descubrió los mecanismos que gobiernan la morfología y los procesos conectivos de las células nerviosas, una revolucionaria teoría que sostenía que el tejido cerebral estaba compuesto por células individuales. El padre de la ‘doctrina de la neurona’ posee un cráter de nueve kilómetros que se denomina ‘Cajal’.

Esto son sólo algunos de los numerosos ejemplos de accidentes geográficos en el cuerpo celeste que han sido bautizados con nombres de ilustres españoles. Sin embargo, también cabe destacar que algunas montañas lunares reciben su denominación de cordilleras de nuestra Península, como los Mons Pico, los Montes Cordillera o los Montes Pyrenaeus.

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