25 abril 2024

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Lo valiente no quita lo cortés

Izada de bandera el día de las Fuerzas Armadas.

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Izada de bandera el día de las Fuerzas Armadas.
Izada de bandera el día de las Fuerzas Armadas.

Patricia Rodríguez González. El otro día un niño me preguntaba “¿Hay más gente buena o mala en el mundo?” Aparentemente, parece una pregunta simple, pero el hecho de cuestionarlo es sintomático de toda la información negativa que recibimos a diario. Tanto es así que los adultos a veces nos lo cuestionamos. Parece que vivimos en un mundo en el que la integridad, la coherencia, el sentido común y la vocación de servicio son valores en extinción, lo que incrementa la relatividad y el pesimismo sobre la propia naturaleza del ser humano. Sin embargo, esta percepción no es real, esos valores siguen existiendo y dirigiendo las acciones de millones de personas, que silenciosamente siguen construyendo y trabajando por mejorar la vida de los demás.

Una gran parte de estas personas las podemos encontrar en las Fuerzas Armadas Españolas. Durante los últimos años nuestro Ejército está adquiriendo un papel muy relevante en cuanto a la seguridad internacional se refiere. El ejemplo más reciente lo tenemos en República Centroafricana, país que durante el último año y medio ha sido escenario en uno de los conflictos más crueles del siglo. Allí trabajan para que las personas que han sufrido los horrores de la guerra y que lo han perdido prácticamente todo puedan salir de un campo de desplazados y volver a sus casas sin miedo, puedan ir trabajar, puedan ir al mercado para conseguir lo necesario para alimentar a sus familias, o trabajan para que pueda llegar la ayuda humanitaria, para que puedan empezarse los trabajos de reconstrucción… Pero lo más importante, y que diferencia a nuestro ejército de otros, es que está compuesto por gente que no busca ni el prestigio ni el reconocimiento individual, sino desempeñar un trabajo de la forma más útil y efectiva posible pero por y para personas. Personas a las que intentan llegar, conocer e interpretar dentro de un contexto. No sólo es importante saber hacer, sino saber estar.

Para los que estamos lejos es difícil imaginar la sorpresa, admiración y cariño que se han ido ganando poco a poco nuestros militares sobre el terreno, con pequeños gestos como jugar con unos niños, el preguntar a una mujer en un campo de desplazados en su propia lengua “¿Qué estás cocinando?”… en fin, gestos simples, aunque poco habituales que están creando unas relaciones humanas privilegiadas del español fuera de sus fronteras.

Los que hemos nacido en un ambiente seguro que nos permite desarrollar la vida con normalidad damos por sentado que es nuestro derecho, pero en lo que no solemos reparar, es en que no sería posible ejercerlo si no existieran esos garantes silenciosos de nuestra protección.

Lo cierto es que no somos conscientes de lo afortunados que somos, no por contar simplemente con su trabajo, esfuerzo o valentía, sino por poder contar con su humanidad dentro y fuera de nuestras fronteras.

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