Carlos Fernández / @karlos686. La elegancia y el misterio no es lo único que caracteriza el lenguaje visual de la trilogía de Francis Ford Coppola El padrino. Hablamos de una saga de películas donde las dos primeras se encuentran en casi todos los “top 10” de mejores películas de la historia del cine y esto es así por muchas razones, pero obviando la magnífica música de Nino Rota (habitual de Fellini), la grandísima fotografía o el grandioso trabajo actoral, la dirección de cámara de Coppola enfoca más cosas de las que parecen en sus complicados planos ¿Por qué Coppola después de cada uno de los muchos crímenes ocurridos en El padrino rueda un plano general con el cuerpo muerto en el centro de dicho plano? ¿Por qué opta por los planos generales cuando hay muchos detalles que rodar en las escenas? ¿Qué hay detrás de los travelling de cámara? En una película normal casi sería normal responder a otras preguntas pero Coppola cuenta mucho con su estilo personal en El padrino y no solo es su cámara, lo es también el montaje de la película que puede llegar a compararse con un montaje de D.W.Griffith.
Los planos generales de El padrino no solo transmiten placer visual al espectador, en su uso en el montaje, o elegancia a la historia sino que crean un distanciamiento entre el espectador, que está acostumbrado a un cine lleno de evidencias donde todo es marcado por el director, y los mafiosos que salen en pantalla. Ese distanciamiento hace que ver la película no sea como estar dentro de la familia Corleone, más bien es como si miráramos a través de la cerradura de su casa de Nevada con mucho miedo, pero sobre todo curiosidad. La cámara de Coppola se resiste a moverse demasiado ¿Está paralizada por lo que está viendo? Aunque esta idea suene bastante romántica, entre director y cámara hay una lógica misteriosa que ni el mismo Coppola comprendía. Podría ser pura estética o pura logística, una muy calculada, ¡quién sabe!, lo único que sabemos es que nos fascina. La mejor garantía es no tener una idea segura de lo que pretende el cineasta en cuestión a la vez que nos hipnotiza.
Coppola, en la segunda parte de El padrino logró captar en sus 30 últimos segundos de película el paso del tiempo -véase foto- con un travelling hacía delante entrelazado con un flashback. Este final entrelaza imágenes de Vito Corleone (antiguo líder y patriarca de familia Corleone) con su familia, con la de Michael Corleone, su hijo, que ahora se enfrenta a su vida con un pesado saco de piedras en la espalda. ¿El tiempo provoca en él algún remordimiento mientras reflexiona en su jardín? ¿Se enfrentará al vacío Michael Corleone? Puesto al mejor servicio de una historia, Coppola hace de su cámara un trabajo elaborado, profundo e incluso filosófico.