Redacción. Investigadores de la Universidad Europea de Madrid (UEM) han descubierto que una molécula producida por los músculos cuando se contraen al realiza ejercicio físico, la irisina, puede ser un biomarcador de longevidad y un envejecimiento saludable. Asimismo, también puede convertirse en una diana para posibles medicamentos ‘anti-aging’.
Su trabajo, que aparece publicado en el última edición de la revista ‘The American Journal of Medicine‘, se produce a raíz de la controversia reciente sobre la asociación entre esta molécula irisina y el riesgo de padecer enfermedades crónicas. Desde los músculos, dicha molécula se libera al torrente sanguíneo, por donde viaja a otros tejidos en los que puede ejercer efectos beneficiosos. En el caso del tejido adiposo, por ejemplo, podría favorecer la quema de grasas o que no se agoten los niveles de insulina, y en el cerebro podría favorecer los procesos de neuroregeneración o, al menos, atenuarla.
En este caso, querían averiguar la relación existente entre la producción de irisina y el riesgo de padecer infartos de miocardio precoces y longevidad con buena salud. «Basándonos en que los efectos protectores potenciales de esta molécula podrían ejercer su influencia sobre la función vascular y la masa muscular, supusimos que una elevada cantidad de esta molécula podría contribuir a un envejecimiento saludable», ha explicado Alejandro Lucía, autor del estudio.
Para ello, midieron los niveles en sangre de irisina en personas con longevidad extrema o excepcional y además saludable (centenarios sanos o al menos sin enfermedad conocida) para compararlos con dos grupos control de adultos de edad media (más de 40 años), bien sanos bien con enfermedad cardiaca (infarto de miocardio) precoz.
En el estudio participaron 79 personas de más de 100 años sin ninguna enfermedad grave relacionada con la edad (como diabetes, cáncer, enfermedades cardíacas, hígado o insuficiencia renal), 178 pacientes adultos de edad media que habían sufrido un infarto de miocardio agudo, y 180 voluntarios jóvenes pareados por sexo y edad con el anterior grupo.
De este modo, vieron que los niveles de irisina que produce el cuerpo humano pueden ser claves para llegar a una longevidad saludable y para evitar enfermedades cardíacas, ya que eran «mucho más altos», concretamente más del doble, en centenarios de salud excepcional (sin enfermedad conocida pese a su avanzada edad) que en los controles enfermos, y también bastante más altos que en los controles sanos», ha reconocido Lucía.
Por tanto, según apunta, este factor «podría ser un marcador de salud (igual que los niveles de azúcar en sangre, colesterol, etc.) y asociarse con un menor riesgo de diabetes o de obesidad, o incluso de enfermedades cardiovasculares», así como también puede ejercer de diana molecular para posibles medicamentos ‘anti-aging’, que estimulen la liberación de irisina o bien simulen sus efectos biológicos.
Además, la irisina tiene la capacidad de producir calor, debido a que puede transformar tejido adiposo blanco en tejido adiposo pardo, lo que también marca su influencia sobre la obesidad o la diabetes, según indican algunos estudios previos.