Carlos Fernández / karlos686. ¿Qué patrones seguimos para elegir las mejores películas? Hayao Miyazaki, director de cine de animación japonés que ya destacó en los 90 con La princesa Mononoke (1997) y antes con Mi vecino Totoro (1988) podría haber dirigido, sólo podría, ¿la mejor película de la década 2000-2010? Se trata de El viaje de Chihiro (2001).
Las listas o las comparaciones de películas entre otras películas suelen resultar odiosas y tediosas en la mayoría de los casos pero, tras una larga meditación, decidí plantearme de todas las películas estrenadas a principios del siglo XXI cuál merecería destacar como un avance respecto a lo anterior. Algo parecido a Pulp fiction en los 90 o a La chaqueta metálica en los 80, películas que por su calidad estética y por su destreza cinematográfica, así como por ser innovadoras, resultaron atractivas o avanzadas para la época (obviando casos en la historia del cine como los de El año pasado en Marienbad (1961), 2001, una odisea en el espacio (1968) o El árbol de la vida (2011) que resultaron demasiado “avanzadas” y provocativas desde su estreno y aún lo siguen siendo).
Las mejores películas innovadoras son aquellas que se definen como necesarias cuando nadie las ha pedido ni ha preguntado por ellas, son arriesgadas, diferentes, salen de la más absoluta nada sin venir especialmente a cuento. Siendo El viaje de Chihiro la obra que más define el estilo de su director (Miyazaki) puede decirse que posee un corazón enigmático, tierno y oscuro que surgió de una mente que sólo podría haberla dado a luz un hombre concreto, Miyazaki. La magnífica energía, musicalidad e imaginación que desprende, siempre sin saturar, hacen de la película un recorrido visual para el espectador que hace lo que sólo el buen cine, el bueno de verdad, es capaz de hacer, sacarnos de la butaca.
¿Estamos malacostumbrados como espectadores? ¿Acaso hemos olvidado que el cine es el medio de los sueños? ¿El medio que va más directamente a nosotros a través de una historia? No nos equivoquemos, vemos las películas como leemos un libro, cada uno vemos la historia de distinta forma, a nuestra manera, eso lo hace el arte más directo y las mejores películas pueden hacernos soñar o salir de nuestra nube gris como un buen poema o un buen libro. ¿Se contaminan los autores cinematográficos tanto de otras películas, como de los tiempos que viven, que les cuesta encontrar una voz propia como hace Miyazaki en El viaje de Chihiro?