Francisco J. Martínez-López. Querido amigo,
En un día como hoy, triste, de decepción mundialista, más por cómo nos hemos ido del Mundial que por la derrota en sí, me he acordado de ti, de las emociones y alegrías compartidas en el de Sudáfrica, y se me ha ocurrido enviarte unas líneas por ello.
La victoria no puede ser eterna; sabíamos que algún día perderíamos el cetro de campeones. Imaginar un segundo mundial, consecutivo, y en Brasil, era demasiado como para ilusionarse con su materialización, aunque supongo que sería el caso de muchos chavales jóvenes, o el de los niños que han ido tomando conciencia de su persona y nación conforme la Selección iba cincelando la gesta; y seguro que también el de muchos adultos, Manolo “el del bombo” el primero. A mí me costaba verlo, también por las sensaciones que me había transmitido el juego de la Selección en el último año; por algunos detalles que he percibido en la actitud de varios jugadores, por ejemplo, en la final de la Copa Confederaciones contra Brasil el año pasado, precisamente en el estadio Maracaná, testigo, otra vez, de nuestro hundimiento. Sí, creo que el factor que mejor explica nuestro rendimiento deficiente en este mundial está relacionado con eso.
No ha sido tanto una cuestión de forma física como de estado anímico; se veía ya en algunos jugadores emblemáticos que, quizá por las situaciones difíciles o de falta de partidos que han tenido en sus clubes, alguno diría yo que incluso teniendo que lidiar con decisiones técnicas sospechosas de acoso laboral encubierto, no han llegado con la mentalidad y tono que requiere una competición de este nivel. Aparte de esto, están los gustos de cada uno, y la opinión que se pueda tener sobre el tino de las alineaciones y los cambios realizados, claro, si bien son ya reflexiones inútiles. Sólo te reitero algo que te he dicho siempre: al margen de las discrepancias que se puedan tener con del Bosque sobre detalles en el planteamiento de los partidos, tiene un mérito indiscutible en los logros; estoy seguro de que, por su personalidad, ha jugado un papel trascendente en la gestión emocionalmente inteligente del equipo, clave para el éxito colectivo; tiene mi reconocimiento por ello.
Esto te lo reitero a propósito de las críticas que hemos escuchado con frecuencia de muchos futboleros, seguramente muchos más versados en fútbol que nosotros, pues están siempre con la prensa y la radio deportiva, pero que hacen mayor muestra de la irracionalidad de alguna pasión, que no llego a comprender, que de opinión con criterio cuando no reconocen el papel del Bosque en todo esto. Sí, ya sabes, esos que se empeñan en que el Mundial y la segunda Eurocopa han sido fruto de la inercia del equipo y sistema diseñado por Luis Aragonés, que el Señor tenga en su gloria, y que nos llevó a la primera Eurocopa; como si fuera tan simple el asunto; no hay más que ver lo que nos ha pasado en Brasil, con un bloque similar y mismo sistema. No, los dos entrenadores han tenido su contribución relevante.
Más allá de la derrota y sus posibles explicaciones, tengo unas sensaciones muy buenas en el fondo. Me siento privilegiado por haber vivido este ciclo histórico de la Selección, que ha marcado, además, una época y estilo de juego en el planeta. El fútbol es algo que sigo poco, la verdad; ya lo sabes. No soy por ello, sin embargo, afín a esos que encuentran incompatible disfrutar por unas horas de la Selección con lo que necesita el país para superar los problemas actuales; lo digo por fotos y mensajes que he visto en este sentido en las redes sociales; ambas cosas, el pan y el ocio, el trabajo y el deporte, pueden coexistir sin dramas mayores o reducciones maniqueas.
Me había aficionado a la Selección de nuevo, como la mayoría, supongo, después de tantos mundiales en los que no llegábamos más que a cuartos. Mis primeros recuerdos de la Selección son los del partido famoso contra Malta, el del 12-1, con el equipo de Miguel Muñoz, con esos jugadores que marcaron mi infancia, y este comentarista deportivo habitual de entonces de Televisión Española, José Ángel de la Casa, desgañitándose con lo de: “¡gol de Señor!”. Luego vinieron más anécdotas, como tiempo después la clasificación in extremis para un mundial que no recuerdo ahora con precisión, creo que fue el de EE.UU., ganando a Dinamarca por un gol de Hierro; ¿fue ese también el partido en que salió Cañizares y paró un penalti nada más entrar?
Muchos recuerdos ya; se me mezcla todo; quizá tú te acuerdes con mejor precisión de esto. Bien, todos estos sufrimientos eran sólo para clasificarnos… Después llegaba la fase final del mundial, y pasar del grupo a octavos, que era una odisea; habitualmente nos íbamos con la sensación de haber sido eliminados injustamente, por decisiones arbitrales erróneas, como ese gol de Michel contra Brasil en el Mundial de Méjico, que dio en el larguero, luego botó dentro y salió de la portería, pero no subió al marcador; o ese penalti no pitado que hizo este italiano…¿cómo se llamaba…? Sí, Tassotti, el que le dio un codazo a Luis Enrique en el área, que le reventó la nariz, y el pobre, reclamando penalti al árbitro, con las lágrimas saltadas y la camiseta, aquel día blanca, lo recuerdo, manchada de sangre fresca. Tantos partidos en Mundiales y Eurocopas, tantos nervios e ilusiones frustradas.
Pero todo esto cambió con esta Selección, generación única de jugadores. Estoy orgulloso de todos; que vuelvan a casa tranquilos; los esperamos con los brazos abiertos. No se limitaron a darnos una Eurocopa, no, sino que nos dieron dos y, además, consecutivas, cosa que no había hecho ningún equipo aún; un hito histórico. Y un mundial, amigo… Hoy me acuerdo de ese mundial mágico que viví en parte en Madrid, y de ese partido que vimos juntos. ¿Te acuerdas contra quién jugamos? Sí, ese día en que había huelga de metro y la ciudad era un caos… ¿te acuerdas? Portugal; marcó Villa. Nos tuvimos que buscar un bar en la segunda parte, porque en la primera peligraba nuestra integridad física dentro del recinto que habían montado con pantalla gigante en el lateral del Bernabéu con la Castellana. ¡Qué día! Ése no fue un mundial cualquiera, no. Fue el primero que se jugó en África; en el país del gran Madiba, de Nelson Mandela, que presenció la final y pontificó la hazaña con su presencia.
Ese mundial fue muy especial, sí, por tantas cosas…Por ejemplo, ¿Te acuerdas la canción oficial del mundial, ésa de Shakira? Quien, por cierto, creo que inició romance con Piqué en esa época; a la final también asistieron Pau Gasol y Rafa Nadal, que apareció dando muestras de júbilo infante, como todos, con su bufanda de la selección atada a la cabeza tras la victoria; fue también el momento del beso entre Casillas, a quien por esa época se le atribuía, con motivos, virtuosismo sacrosanto cancerbero, San Iker, y la Carbonero; o ese otro en que la Reina Sofía bajó a felicitar a los jugadores y casi que cogió al Pujol en pelotillas, recién salido de la ducha. ¿Te acuerdas? Había tanta excitación por la victoria…Zapatero se quedó en Madrid, porque no quería que en ese contexto de crisis extrema se le hubiera achacado el viaje como una frivolidad de estadista; Rajoy seguro que habría ido, con su puro, y le habría dado igual; él, en cambio, no fue; eso gesto le honró, pero debería haber ido a vivirlo en directo, qué diablos. Bueno, y qué decir de cómo ganamos: en la prórroga y casi en el último minuto; más emoción, imposible. Todo fue perfecto.
En fin, amigo, hoy me acuerdo de toda esa gloria pasada… O de la final de la última Eurocopa, que la vi en un pub irlandés en la Tercera Avenida de Manhattan, rodeado lleno de italianos… La exhibición futbolística fue tan aplastante que al final varios incluso me felicitaron por el partido, rendidos ante la exhibición de la selección.
Todo esto será difícil de repetir; será como los tours de Induráin, o la etapa tenística de Nadal. Cuando pasan se valoran aún más, porque se toma conciencia de lo mucho que cuesta llegar, y mucho más mantenerse. Supongo que estaremos viviendo durante tiempo de esas historias del mundial, y las contaremos a unos y a otros… ¡aunque espero que no pase tanto tiempo como para que tú las sigas contando a tus nietos y yo a mis hijos! Seguro que no, porque ahora los que vienen saben que es posible, y la visualización es importante. Quizá nos llevemos una grata sorpresa antes de lo esperado…y, si no, ¡que nos quiten lo “bailao”!
1 comentario en «Gracias, selección, y ¡que nos quiten lo “bailao”!»
Muy buneo Paco