Patricia Rodríguez González. El 89% de los jóvenes del mundo tiene capacidad alfabética y aritmética básica, según Naciones Unidas. Durante los últimos años las cifras han venido marcando los ritmos de las acciones de desarrollo. Sin embargo, cuando hablamos de personas, es difícil hablar en términos cuantitativos únicamente. Al utilizar métodos de medición exportados de técnicas empresariales y financieras para medir cambios de comportamiento humano, participación… corremos el riesgo de olvidarnos de lo que realmente perseguimos, el desarrollo de la persona y su entorno en todos sus ámbitos.
Un claro ejemplo al respecto han sido los Objetivos del Milenio, sobre todo si hablamos sobre el acceso a la educación primaria. Estábamos tan preocupados con cuántos niños accedían a la enseñanza primaria, que no nos hemos parado a pensar en qué condiciones lo están haciendo. Los niños deben aprender a desarrollar herramientas personales que les permitan aprender a pensar, a reflexionar, a ser críticos y solidarios con su entorno.
Los misioneros salesianos han hecho de la calidad educativa su carisma, principalmente con los niños, niñas y jóvenes más vulnerables. El Sistema Preventivo de Don Bosco, pedagogía original salesiana, es una propuesta educativa integral que busca el desarrollo físico, afectivo e intelectual de cada niño, niña y joven, de forma individual, pero relacionándolo con su entorno. Este sistema educativo ayuda a alumnos y alumnas a desarrollar capacidades físicas, afectivas e intelectuales, capacidades sociales, un sentido ético y trascendente de la vida, la necesidad de encontrar el sentido de su vida y su realización personal y profesional.
Estos valores son tan universales que han podido ser aplicados en los 134 países en los que están presentes. En concreto, en el contexto africano, este sistema cobra más importancia que nunca. El principal medio de captación de grupos armados y grupos terroristas es la desesperación, el hambre, vacío existencial, la falta de trabajo… no se trata tanto de una cuestión religiosa o étnica, sino económica y afectiva.
Cuando estalló la guerra de Malí, un dogón me decía: “yo soy musulmán, pero lo que hace el AQMI nada tiene que ver con el Islam que yo conozco”. En efecto, el diálogo interreligioso siempre ha estado muy presente en zonas como África del Oeste, donde la convivencia entre religiones sigue siendo, a pesar de las noticias que recibimos, ejemplar.
Por eso, es importante la integración de esta idea dentro de los centros de enseñanza técnica y regular. Es tan importante desarrollar capacidades técnicas y profesionales adecuadas, como cuidar el desarrollo personal, el respeto al otro y a uno mismo, imprescindibles para la persecución de objetivos tan loables como la libertad y la justicia, objetivos que no se pueden medir con estadísticas.