EBN. Kilian Jornet es un atleta de alta competición muy particular. Este joven catalán, corredor de montaña y esquiador, ha logrado, a sus 26 años, ser uno de los mejores deportistas de skyrunning, un deporte extremo de carreras de montaña por encima de 2.000 metros y donde la inclinación es superior a 30%, o lo que es lo mismo, correr por glaciales, cumbres nevadas o crestas rocosas a gran velocidad y, en el caso de Jornet, con una pasmosa agilidad. Ha sido su destreza en esta disciplina la que ha hecho que la prestigiosa revista National Geography le conceda la distinción de Aventurero del año 2014, un galardón que la publicación otorga desde 2004, siendo los propios lectores los que, con sus votos, eligen al ganador de entre una lista de 13 nombres preseleccionados.
Como National Geographic explica en sus páginas, busca «cada año a los mejores aventureros del planeta, para lo cual selecciona a aquellos que consiguen extraordinarios logros en exploración, deporte de aventura, conservación y humanitarismo». Sin ir más lejos, el año pasado el premio recayó en el saltador austriaco Felix Baumgartner por su histórica caída libre desde el espacio.
Este 2014 han sido muchas las personas que han creído que Kilian Jornet merecía destacar sobre los demás candidatos, siendo sus competidores los educadores deportivos Amy y Dave Freeman; los alpinistas Raphael Slawinski e Ian Welsted; el surfista de grandes olas Greg Long; el escalador Adam Ondra; los constructores de comunidades Bare y Nick Watson; la exploradora Sarah Marquis; la nadadora de larga distancia Diana Nyad (nadó desde Cuba hasta Florida sin jaula para protegerse de los tiburones); el esquiador JP Auclair y el snowboarder Kevin Pearce, que ayuda a personas con lesión cerebral. En total, la publicación ha recibido este año 75.000 votos on line, todo un récord en la historia del galardón.
Biografía. Kilian Jornet comenzó en el mundo del deporte con sólo 13 años, cuando entró en el Centro de Tecnificación de Esquí de Montaña. Allí empezó a entrenar y participar en competiciones de una manera más seria y planificada. A los 17 años, después de terminar Bachillerato, decidió instalarse en Font Romeu, en la Cerdanya francesa, para estudiar STAPS (el equivalente a INEF) y así poder entrenar y estudiar al mismo tiempo. Fue gente del mundo del esquí la que le hicieron descubrir las carreras de montaña como una forma de entreno en verano para no perder el ritmo en las competiciones.
«Crecí en un refugio de montaña a 2.000 metros (Cap del Rec, en la Cerdanya ) donde siempre practiqué deportes de montaña y de nieve con mi familia. Sin darme cuenta, y como si fuera un juego, me inculcaron, desde muy pequeño, el amor por la montaña y aprender a disfrutar haciendo deporte«, expresa el deportista en su web oficial.
Amante de la montaña desde entonces, su afán de superación y su espíritu de competición le han hecho lograr grandes retos, como el récord de velocidad en el Kilimanjaro en 2010, cuando coronó el techo de África (5.900 metros) en cinco horas y 23 minutos, recorriendo un total de 37 kilómetros; también batió las mejores marcas en el GR20 de Córcega, en la Tahoe Rim Trail (265,5 kilómetros en 28 horas seguidas) y en la Transpirineaica (800 kilómetros en ocho días cruzando los Pirineos de este a oeste).
Asimismo, el cuatro veces campeón del mundo de esquí de montaña y trailrunning, se marcó en 2012 un importante reto personal al que ha bautizado como proyecto Summits of my life, «enfocado al mundo del alpinismo y centrado en mis valores y mi manera de vivir la montaña», explica en su web Jornet.
El ascenso y descenso del Mont Blanc (4.810 metros) en cinco horas 10 minutos y del Cervino (4.478 metros), en Italia, en dos horas 52 minutos han sido dos de sus últimos récords, estando en su hoja de ruta superar otros como el Aconcagua (6.959 metros); el MacKinley (6.186 metros) y el Everest (8.848 metros).
Fruto de sus experiencias en la montaña son sus dos libros titulados La frontera invisible y Correr o morir. Sin embargo, el interés de Jornet no es sólo batir récords de velocidad, sino disfrutar en el camino, contemplar el paisaje y descubrir tanto la belleza del mundo exterior como del propio interior pues es en la dureza y la soledad donde uno llega a conocerse mejor a sí mismo. En esta línea, el deportista se define también como un nómada, como un soñador que vive «persiguiendo y luchando por mis sueños».
