25 abril 2024

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«Aquí se juega»

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CorruptionVicente Vera Esteve. Cada semana es más complicado poder aventurar los destinos de la política y la economía o mejor de la economía política según la Escuela de Cambridge, con Piero Sraffa y Joan Robinson a la cabeza. Ambas ciencias se encuentran en una encrucijada complicada. Tanto la economía nacional como internacional no acaba de estabilizarse, más  bien al contrario.

El ultimo informe del FMI alerta de estancamiento y una relativa caída en la tasa de crecimiento económico mundial -y lo mismo o parecido sucede con la geopolítica en su más amplio sentido. Son momentos excesivamente convulsos, en  los que de alguna manera se está poniendo en cuestión los valores tradicionales de las democracias y de la capacidad del capitalismo internacional para diseñar lo que se viene anunciando desde las reuniones de Davos, la irrupción de la Cuarta Revolución Industrial: Industria 4.0. Está siendo más complicado de lo que parecía poner orden en el concierto mundial de las naciones.

No hay que olvidar la evidente y persistente lucha por liderar los procesos de construcción de un Nuevo Estado del Bienestar aupado por las fuerzas tecnológicas e innovadoras que están rompiendo las costuras del viejo orden capitalista. El ejemplo más reciente lo tenemos en una de las noticias de estas semanas pasadas informando sobre el duro ajuste que se va a producir en la banca española e internacional provocado por la feroz lucha por la captación de ahorro y de inversión, argumentan los especialistas que también motivado por el avance en las tecnologías de la digitalización y el nuevo enfoque que va a tener la banca hacia sus clientes, tanto  familias como empresas.

En España, también pasan otras cosas. Estamos muy curtidos en materia política y creemos que no nos afecta casi nada. En el momento que escribo estas reflexiones no hay visos de cambio en las actitudes de los respectivos líderes políticos, no parece que vaya a concluir todo este largo y cansino proceso hacia  una solución estable y aplaudida por la mayoría. Por lo que es más que probable que estemos más cerca de una nueva convocatoria de elecciones. Más desgaste, más gasto y más hartura de nuestros políticos. No entiendo cuál es la finalidad de continuar manteniendo las dos cámaras, el Parlamento y el Senado, si visto lo visto, el país ha funcionado casi seis meses con un gobierno en funciones y piloto automático. Es una muestra más de la dilapidación de recursos que padece nuestra democracia. Considero que convendría introducir reformas de calado en la Constitución Española. La escasez de recursos que padecemos no nos permite mantener determinados lujos que hoy en día se convierten prácticamente en eso, un lujo que no nos podemos permitir. Todos los sectores económicos se encuentran en procesos de reconversión y reducción de plantillas. La élite  política debe tomar buena nota e iniciar un proceso necesario de ajuste en las instituciones democráticas. Además, estamos pendientes todavía de poner en marcha un nuevo tramo de consolidación fiscal, la Comisión Europea lo viene exigiendo desde hace meses. Será la primera tarea en la agenda económica del próximo gobierno que dirija los destinos de este enrevesado país. Al final están brotando esas raíces anarquistas que están inoculadas en nuestra genética más ancestral. Al final sale ese espíritu ácrata que llevamos dentro y que nos causa, a veces, tan mallos tragos y experiencias.

Estamos asistiendo a un bombazo periodístico importante relativo a los “papeles de Panamá”, es como si el genial John Le Carré nos estuviera haciendo un elegante traje a medida. Está comprobado que hay excelentes sastres capaces de confeccionar y garantizar una opacidad fiscal en sintonía con el cliente más exigente. Aunque se ha afirmado que algunas de las personalidades aparecidas  en dichos papeles ya estaban al corriente con el fisco, o en vías de estarlo. En cualquier caso, lo que revela esta caótica y sorpresiva situación es el escaso o nulo compromiso que se tiene con el país donde uno pace. Claro que es ya un dato que el dinero, el capital, no tiene patria. El dinero ama el sosiego, los buenos cuidados, ser mimado, y sobre todo la opacidad posible. Cuando pensamos que España tiene las arcas vacías, no nos paramos a pensar que esa opacidad es la causa de las dificultades para que el país pueda crecer a mayor ritmo. Que tenga una mayor aceptación por los inversores internacionales e incluso que se disponga de un menos y más difícil acceso a los capitales internacionales.

Estas presunciones las revela año tras año el Milken Institute en su Opacity Index y coordinado por el economista recientemente fallecido, Joel Kurtzman. Esta situación es como aquella magistral secuencia que podemos vemos ver en la mítica Casablanca (Michel Curtiz 1942). Estamos en el Rick´s Café y de repente el capitán Renault, ordena el cierre del local, a esta petición el inconmensurable Rick ( Humphrey Bogart) le pide explicaciones y Renault le contesta: “Es un escándalo. He descubierto que aquí se juega”. En ese mismo momento, se acerca el crupier y le entrega sin discreción ninguna sus ganancias en el juego. No es la primera vez que se pone como ejemplo esta secuencia tan didáctica y que refleja las más puras connotaciones que han llevado a nuestro país hacia unos niveles de elevado fraude fiscal y de opacidad. Aunque no somos los más destacados en estas artes corruptas y opacas conductas. Según muestra el Justice Networks Index 2015, por encima de nosotros tenemos a más de 60 países. De modo que estas presuntas actividades delictivas son moneda común en la mayoría de estados.

No nos debe de servir de consuelo, pues cada uno habla según le vaya en la feria. Siendo España un país pequeño, metido en el euro con calzador y con grandes problemas económicos estructurales sin resolver, es todo un síntoma de lo enferma que está nuestra sociedad y el excepcional talante que vienen mostrando los más desfavorecidos. Nos chirrían los oídos y se nos remueven algunas vísceras cuando se nos lanza un discurso económico populista y demagógico exhortando a la persecución de la economía sumergida de las pequeñas empresas españolas y en los autónomos. Es una procacidad mantener este discurso con una mano y con la otra mantener una permisividad hacia las grandes fortunas. Ahora me explico porqué causaron tanto revuelo las tesis económicas sobre la desigualdad mantenidas por el economista francés Thomas Piketty.

Termino este rosario de lamentaciones con el anuncio del estreno de una película que será, estoy seguro, todo  un éxito comercial: “Boom, bust boom», de Terry Jones, integrante de los Monty Python. Es una crítica demoledora a las Ciencias Económicas en su versión ortodoxa de las privatizaciones, liberalización  y mercado libre. Confío que será visionada por los técnicos especialistas en gestión tributaria de los ministerios competentes. Con Montoro a la cabeza, en funciones claro.

 También puede seguir a Vicente Vera en www.quemarropa.com

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