25 abril 2024

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El PIB de la felicidad

Gráfica de la Felicidad

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Gráfica de la Felicidad.

Vicente Vera Esteve. No queda apenas nada para despedir este largo y complejo año 2014, que precisamente no ha pasado nada desapercibido. Ahora sería el momento de valorar y apreciar las diferencias existentes ente los datos que se vaticinaban en diciembre de 2013 y los realmente alcanzados por la economía española en este ejercicio que agoniza. Nos interesa sobre todo la tendencia del PIB, las cifras de paro, de inflación y de crecimiento de la deuda publica y privada para el próximo año. Para no enmarañar el artículo con cifras, datos y porcentajes que, en realidad, no van a sufrir grandes cambios y no van a influir en el discurso que les propongo, considero más útil hacer alguna reflexión acerca del trasfondo político y social que contiene en sí la figura del PIB como variable macroeconómica por excelencia. Una definición fácil y sencilla para entender qué es esto del PIB, podríamos pensar en enfocarlo como la suma monetaria de todos los bienes y servicios producidos en España durante todo un año. De este dato se desprende si dicha información nos va a ayudar a ser más o menos felices a los ciudadanos de este país. Es una verdad milenaria, pensada y reflexionada inicialmente por los sabios griegos, léase Epicuro de Samos (341 a.C.-270 a.C), y la corriente de pensamiento surgida después, inspirada en la doctrina de este reconocido filósofo, el epicureismo, búsqueda de la felicidad y el placer, con algunos matices y limitaciones.

Es por ello que desde siglos se entiende que es tarea de los gobiernos fijarse como objetivo fundamental la búsqueda y consecución de la felicidad de la nación. Sin ir más lejos, así quedó plasmado en la Constitución española de 1812, ‘La Pepa’ en su artículo nº13 en el que se puede apreciar que el objetivo del Gobierno es “la felicidad de la nación, puesto que el fin de toda sociedad política no es otro que el bienestar de los individuos que la componen”. A la luz de esta redacción constitucional es más que evidente que ya los liberales y la Ilustración del siglo XVIII anhelaban la búsqueda incesante de la felicidad y el desarrollo humanista de la población española. La historia es compleja y errática, no siempre ha sido rectilínea y constante. Y tampoco todos los gobiernos y regímenes piensan lo mismo sobre el sentido de la felicidad para el pueblo.

En los últimos años y desde la consolidación de la economía global, las cosas de la felicidad han pasado a un segundo plano, las razones de la felicidad vienen siendo vulneradas constantemente. Es por esto que, llegan estas fechas navideñas y todo el mundo nos desea felicidad, así como nosotros la deseamos devotamente a nuestros familiares y amigos. El hecho o el significado en sí, es saber si realmente en la actualidad los gobiernos en España siguen persiguiendo ese objetivo, ese mantra de la felicidad absoluta de sus ciudadanos y electores. El PIB decíamos, viene siendo un indicador importante aunque no revela del todo el fondo de la cuestión, y más en coyunturas de crisis. Tendríamos que recurrir a otros tipos de metodologías para poder medir correctamente la salud de nuestra felicidad. Tendríamos que estudiar, por ejemplo, el Índice de Desarrollo Humano (IDH), elaborado por el Programa de la Naciones Unidas para el Desarrollo, y un índice que está tomando mucha fuerza en los últimos años, el Better Life Index (www.lacaixaresearch.com) o Índice para una Vida Mejor, promovido por la OCDE.

Con estas herramientas estadísticas los países con un nivel de desarrollo económico alto, la medición del PIB no es suficiente para saber si somos más o menos felices con el actual statu quo. De modo que si utilizamos el Better Life Index , índice compuesto por 11 subíndices divididos en dos grandes áreas: calidad de vida y condiciones materiales, y aquí ya entramos en un exhaustivo análisis de indicadores como pueden ser: vivienda, ingresos, empleo, así como otra tanda de indicadores relacionados con el medio ambiente, salud, seguridad, equilibrio vida y trabajo, etc. Con los resultados finales agregados obtendríamos una imagen más real de las familias y poder conocer con mayor transparencia la situación de bienestar de un país. Mediante estos instrumentos complementarios conseguimos una imagen más fiel de la realidad social y económica. Una vez que toda esta información se publique estaremos en condiciones de saber si la suma de todos los indicadores citados, más los datos del PIB, nos arrojan suficiente luz para pensar que nos encontramos en una fase razonable de progreso en la sociedad.

Evidentemente esta información estará condicionada por la fase del ciclo económico en el que nos encontremos, gozando de una coyuntura de crecimiento y prosperidad será más fácil que el gobierno alcance cotas elevadas de felicidad para el pueblo. Por otro lado, una etapa depresiva será todo lo contrario, aunque- y esto es importante- la sensibilidad de un gobierno será clave para manejar determinadas herramientas de política económica que conlleven una amortiguación de la crisis para los más desfavorecidos, así como no dañar o frenar los gastos de sanidad, educación y cultura. En definitiva, seguir administrando felicidad a los ciudadanos Otra interpretación podría ser la de no dejarse engañar por los políticos cuando se acercan elecciones, llegado el momento no tardan en desempolvar su manual de política económica electoral. De eso aquí sabemos un poco.

Para terminar con esta feliz exposición, quiero mostrarles dos ejemplos prácticos sobre el convencimiento que tienen algunos líderes políticos de otros lugares del planeta sobre la búsqueda de la felicidad para sus súbditos. El primero de ellos es la creación -en Venezuela y a instancias de su presidente, Nicolás Maduro- hace ya un año de un Viceministerio para la Suprema Felicidad Social del Pueblo, promoción de programas sociales para niños y mayores. Un segundo ejemplo y más reciente, ha sido en la India, creando una Secretaría de Estado para el Yoga y la Medicina Tradicional. Efectivamente, el primer ministro de India, Narendra Modi, también se suma al mensaje de ‘la Pepa’, la felicidad por encima de todo. Como no está agotado este campo de análisis, en un próximo artículo hablaremos de la desigualdad económica, aprovechando la publicación en español del polémico libro del economista francés, Thomas Piketty, así como el estudio de un indicador poco conocido en Europa, instaurado en el Reino de Bhutan en 1972, la Felicidad Nacional Bruta (FNB).

Que sean felices y disfruten de esta fría Navidad. Nos vemos en 2015.

  También puedes seguir a Vicente Vera en www.quemarropa.net

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