Japoneses en la orilla del Guadalquivir, 400 años después

Un samurái en la embarcación que llegó a Coria del Río.
Un samurái en la embarcación que llegó a Coria del Río.
Un samurái en la embarcación que llegó a Coria del Río.

Juan Manuel Suárez Japón. Quizás no haya que echar mano de la fabulación para afirmar que aquel Pedro Galindo de Abreu, regidor de la villa de Coria del Río en 1614, aguardaría en el mismo lugar donde ahora esperaba el alcalde Modesto González, la arribada de las dos galeras que traían a los miembros de la embajada Keicho. Y que fuera ahí el lugar en el que desembarcó el embajador del reino de Bojú, Hasekura Tsunenaga, como lo han hecho ahora el señor Kazuhiko Koshikawa, embajador en España del Reino de Japón, y un grupo de japoneses y Japones de Coria del Río tras haber navegado desde Sanlúcar de Barrameda. Como hace 400 años, la orilla estaba habitada por una animada presencia de gentes. Si entonces lo hacían atraídas por el rebufo del negocio o el trabajo, ahora lo hacían empujadas por la mezcla de curiosidad y atractivo de la “causa japonesa”.

Cuando el barco que nos traía calculaba su atraque, las gentes que se habían agrupado en la ribera advirtieron con nitidez el perfil de un samurái erigido en la proa. El noble japonés que respondía con sus brazos alzados a los saludos que le llegaban desde tierra era Hasekura Tsunetaka, descendientes en XIII generación del histórico embajador del Date Masamune, Señor de Sendai. Su silueta no sólo era un factor de fascinación para quienes le veíamos desde el barco o desde la orilla, sino también una metáfora de la Historia y una síntesis de cuanto en Coria del Río ha venido sucediendo a lo largo de los últimos 30 años entre los Japones del lugar y los japoneses llegados hasta allí en busca de los ecos de su pasado.

Ya han culminado los actos del Año Dual.
Ya han culminado los actos del Año Dual.

Culminaban así los actos del Año Dual, a lo largo del cual se han ido sucediendo sesiones académicas, muestras de las culturas japonesas, conciertos, exposiciones, -especial relevancia la muestra de Koboshi para el recuerdo de Fukushima, impulsada por el diseñador Kenzo Takada-, homenajes, publicaciones, etc. Ha sido un tiempo singular que por dos veces colocó a Coria del Río en el centro no sólo de las miradas de las autoridades y de la sociedad japonesa, sino del orbe mediático internacional: a) en junio de 2013, al incluir el Príncipe Naruhito a esta orilla coriana en su visita a España, b) el pasado 11 de marzo, cuando los japoneses decidieron realizar en Coria del Río el acto central conmemorativo del III aniversario del terremoto y el tsunami que causó tan portentosa desgracia en las tierras del NE japonés.

Nadie ignora que, además del simbolismo histórico, estos hechos abren también puertas para el futuro. En Coria del Río son ya visibles iniciativas económicas y culturales conectadas con esta realidad, mas es muy poco aún para las potencialidades que están ante nosotros. Es preciso diseñar un plan de acciones concretas que estimulen la economía en general y el turismo en particular. Los corianos hace tiempo que lo saben y están dispuestos. Sólo necesitan que nuestros gobiernos provincial y regional dejen de hacer oídos sordos a una oportunidad de desarrollo que, si se hace bien, trascenderá la escala meramente local. Hasta ahora no se han movido. Todo lo que en Coria del Río ya es una realidad constatable y una palanca de futuro fue edificado sin su ayuda. No es razonable. Nadie lo entiende y menos que nadie los grupos japoneses que nos muestran su predisposición para sumar sus esfuerzos y sus medios al objetivo de hacer de Coria del Río especial “enclave japonés” en Occidente.  

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