16 abril 2024

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Las 15.000 insignias de fútbol de Antonio Calderón atraen a la televisión americana en pleno Mundial

Ahora que está jubilado asegura que esta afición le entretiene mucho.

Ahora que está jubilado asegura que esta afición le entretiene mucho.

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Antonio Calderón empezó a coleccionar insignias a las 10 años.
Antonio Calderón empezó a coleccionar insignias a las 10 años.

Ana Rodríguez. Antonio Calderón tiene en su casa un pequeño tesoro, una colección de 15.000 insignias o pins, como los llamaríamos hoy, relacionadas todas ellas con el ámbito futbolístico, tanto de equipos de todo el mundo, como de la FIFA, de árbitros o de competiciones como la UEFA Champions League, entre muchas otras.

Una colección que, celebrándose este verano el Mundial de Fútbol de Brasil 2014, ha despertado la curiosidad de los medios de comunicación del otro lado del Atlántico, que se han desplazado hasta España para grabar en la vivienda de Calderón una entrevista que se emitirá próximamente en Univisión, la cadena de televisión en español más importante de Estados Unidos.

La afición de Antonio Calderón por coleccionar insignias está indisolublemente unida a la pasión por el fútbol que ha respirado en su casa desde que era bien pequeño. Su padre, Antonio Calderón Hernández, fue doctor en Medicina y un gran aficionado al balompié. “No jugaba muy bien”, asegura su hijo, pero llegó a ser árbitro internacional, secretario general del Sevilla F.C. y presidente de la Federación Sur durante 16 años.

Los pins están relacionados con el fútbol.
Los pins están relacionados con el fútbol.

En 1955, Calderón Hernández fue nombrado por Santiago Bernabéu gerente del Real Madrid. “Yo tenía 10 años entonces”, recuerda el septuagenario aficionado, “y dejamos Sevilla para venirnos a vivir a Madrid. Entonces, en una ocasión, mi padre me dio 10 ó 12 insignias que le habían dejado en su despacho. Allí nació mi colección”.

Durante los años que su progenitor formó parte de la directiva del equipo blanco, alrededor de 25, recibió muchas cartas de cortesía solicitando insignias de intercambio, pins que posteriormente entregaba a su hijo, incrementando el repertorio de éste.

Conforme fue creciendo, Antonio se fue interesando cada vez más por el asunto, e investigando sobre el tema hasta descubrir que en Madrid había un Círculo Español de Coleccionistas de Insignias, además de otro en Barcelona, de los que no dudó en hacerse socio.

El mismo Calderón relata que “tenía un amigo con el que intercambiaba los pins repetidos y a él, además, le facilitaban contactos de coleccionistas europeos, gente que vivía en Luxemburgo, Francia, Italia, Brasil, Argentina…”

Desde hace cuatro años también colecciona insignias de Semana Santa.
Desde hace cuatro años también colecciona insignias de Semana Santa.

Las comunicaciones de aquel entonces no eran las de ahora y, para lograr hacer un trueque con alguno de esos aficionados extranjeros, Antonio tenía que elaborar a mano un listado de las insignias que quería y de las que tenía para cambiar y remitirlo por correo postal. Luego esperaba respuesta y, si había acuerdo, se enviaban las insignias por carta certificada, aunque en alguna que otra ocasión se llevó el chasco de que la otra parte no cumplió con el trato.

Durante este tiempo, estos 60 años de ‘hormiguita’ recolectora, Antonio Calderón fue desarrollando su vida profesional y, tras estudiar en el Colegio Maristas de Madrid, cursó la carrera de Ciencias Económicas, habiendo trabajado la mayor parte de su vida en el ámbito financiero, fundamentalmente en cajas de ahorro y bancos.

En 1985, Antonio siguió el camino de su padre e ingresó en la directiva del Real Madrid, siendo presidente Ramón Mendoza, lo cual le ofreció la oportunidad, en cierto sentido, de seguir engrosando su serie temática de pins.

Calderón fue directivo del Real Madrid como su padre.
Calderón fue directivo del Real Madrid al igual que su padre.

“De pequeño di la lata a directivos, jugadores, masajistas, utilleros, etc. para que me trajeran insignias cuando jugaban con otros equipos”, explica Calderón. Pero todo ese mundo ha cambiado, ahora existe “el merchandising” y son los propios clubes los que mandan boletines en los que ofertan sus insignias y mantienen al tanto a sus seguidores de las novedades a este respecto.

En cierto modo, las facilidades del coleccionismo moderno han hecho perder el romanticismo y la paciencia que implicaba el antiguo. Sin embargo, Calderón sigue siendo de la vieja escuela y asegura que él siempre se ha decantado “por el intercambio, nunca la compra, porque ir logrando encontrar poco a poco las piezas que te faltan es lo que te hace más ilusión”.

Tras llevar mucho tiempo ceñido a coleccionar los pins de un solo ámbito temático, el futbolístico, hace cuatro años el economista se planteó un nuevo reto: “Como soy sevillano y me encanta la Semana Santa, decidí hacerme con las insignias de todas las hermandades de allí, donde además tengo ciertas facilidades porque en Sevilla vive parte de mi familia y yo mismo voy con frecuencia”.

En poco tiempo Antonio se hizo con las más de 40 insignias de las cofradías oficiales y no oficiales de la Semana Mayor de la capital hispalense y, al año siguiente, “haciendo de abuelo en Málaga”, se agenció las propias de esta ciudad andaluza. Para esta nueva labor, que dice que le distrae mucho ahora que está jubilado, ha echado mano de amigos en Cartagena, Bilbao, León, Cádiz, Jaén, Jerez, etc. a los que les pide que le consigan las insignias de las hermandades de su ciudad, aunque ello no quita que a través de Internet se dirija a diversos consejos de cofradías que puedan colaborar con él en su empeño.

Ahora que está jubilado asegura que esta afición le entretiene mucho.
Ahora que está jubilado asegura que esta afición le entretiene mucho.

En cualquier caso, en estos cuatro últimos años Antonio Calderón ha juntado ya aproximadamente 1.500 insignias de la Semana Santa de España, que se suman a las 15.000 futbolísticas anteriores. El economista guarda todo este tesoro en su casa, en álbumes especiales con separadores que se trajo de Portugal y en alrededor de 30 grandes cuadros cubiertos con un cristal deslizante que decoran su despacho y el pasillo.

Aunque aún esta colección no ha sido expuesta en ningún lugar, Calderón se muestra ilusionado con esta posibilidad y asegura estar a disposición de quien desee exhibir el fruto de sus 60 años de afición.

Finalmente, la duda está en quién se quedará con este maravilloso legado. Antonio confiesa divertido que se trata de una afición muy particular, en la que no sabe si alguno de sus ocho nietos –cinco niñas y dos varones- le seguirá algún día. Habrá que esperar a que crezcan para ver si alguno de ellos hereda la paciencia y constancia de su abuelo para cogerle el relevo en esto de coleccionar insignias.

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