Paco Vallejo. / http://susanpolgar.blogspot.com.es
Ana Amador. Winston Churchill dijo una vez que “el éxito es aprender a ir de fracaso en fracaso sin perder el entusiasmo”. Sin duda las palabras del gran político y estratega británico son perfectas para describir la nueva etapa, mucho más positiva, del primer tablero de España.
El Gran Maestro Francisco Vallejo Pons (nacido en Mahón, Menorca, el 21 de agosto de 1982), Paco Vallejo para sus amigos y seguidores, es uno de los mejores ajedrecistas del mundo y el nº 1 de España. Al igual que otros grandes genios como Capablanca o Karpov, el español aprendió a jugar a este bello deporte de grandes estrategias con tan solo cinco años de edad. Además, gracias a su gran talento y dedicación ha conseguido grandes éxitos, como ser campeón del Mundo sub-18 en 2000 o lograr la Medalla de Oro individual en el Campeonato de Europa por equipos en 2003.
– Empezaste en el ajedrez muy joven y tuviste que dejar tu casa para entrenar en otra ciudad, ¿qué has dejado de vivir por dedicarte al ajedrez?
– En cada segundo de tu vida dejas de hacer cosas para hacer otras. Seguí mi intuición y no me arrepiento.
– ¿Cuál crees que ha sido el torneo de tu vida?
– Espero que sea el próximo. Tal vez el más influyente haya sido ganar el Mundial Junior, aunque en realidad no sea un torneo tan fuerte. Quizás uno de mis mejores resultados hayan sido en Olimpiadas y Europeos, resulta difícil quedarse con uno.
– Elegiste estudiar INEF, me resulta curioso que alguien que se dedica a realizar cálculos constantemente no prefiriese una carrera técnica como una ingeniería. ¿Por qué esa carrera?
– Precisamente para combinar, mens sana in corpore sano, decían eso, ¿no?
– ¿Hasta qué punto influye la inteligencia y hasta dónde la técnica para llegar a ser top?
– Talento, trabajo, la eterna discusión. He escuchado de todo y hasta te diría que la pasión y la motivación son más importantes, pero siempre en la vida es un balance.
– ¿Si tuvieses que describir el ajedrez con una palabra cuál sería?
– Es apasionante, muy complejo y después de tantos años se puede seguir aprendiendo. Una palabra siempre se quedaría corta.
– En tu caso ¿en qué momento el ajedrez pasa de ser un entretenimiento que te apasiona a convertirse en tu profesión?
– Tras entrar en la Universidad y al mes siguiente ganar el Mundial Junior, eso hace replantearse todo más seriamente.
– ¿Se puede vivir exclusivamente de este deporte?
– Sí, pero sólo desde el top 100. No serás rico, pero disfrutarás de tu pasión, viajarás… es un privilegio si es lo que te gusta.
– Si pudieras elegir a un Gran Maestro de la historia para una partida, ¿a quién elegirías?
– Mijaíl Tahl, porque era probablemente el más divertido de todos los Campeones Mundiales.
– ¿Tienes amigos en el top 100?
– Claro, los conozco a casi todos. Si hablamos de Campeones del Mundo con los que tengo más contacto es con Anand o Topalov, es gente muy sencilla.
– ¿A quién consideras el mejor jugador de la historia y por qué?
– Probablemente Magnus Carlsen sea el mejor por pura evolución, aunque otros jugadores obviamente tienen más méritos que él, véase Kasparov.
– ¿Crees que Magnus Carlsen podría llegar a ganar a Deep Blue?
– No, no le ganaría a los mejores ordenadores, ni una sola partida. No tengo claro que Deep Blue siga compitiendo ahora mismo en todo caso, pero hay mejores software que ese hoy en día.
– ¿Crees que se puede innovar en este deporte o ya está todo inventado?
– El ajedrez dicen que tiene más movimientos que átomos en el Universo, parece difícil memorizarlos todos.
– Por curiosidad, ¿hasta cuántos movimientos por delante llegas a calcular en el tablero?
– Puedes calcularlos todos, no necesitamos ver las piezas físicamente, con lo cual es la complejidad de la posición la que determina tus análisis.
– ¿Cuál es tu próximo reto?
– Los torneos rápidos de León y Dubái, serán apasionantes y hacen falta nervios de acero.
– Realmente, ¿por qué dejaste de competir tras el torneo de Bilbao?, ¿fue una estrategia para mejorar tu juego o realmente necesitabas desconectar?
– Efectivamente, estaba cansado de la competición y llegó un punto en que no era sano para mi cuerpo caer en el pesimismo tras las muchas decepciones. Mi juego no sé si ha empeorado o mejorado, pero mi felicidad y la manera en que compito ahora es mucho más sana.
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